Lo sé, eres primeriza, mueres de miedo, no tienes idea cómo hacerlo. Te preocupas tanto porque todo sea perfecto, que quizá exageres con el manual de cuidados maternos. No te olvides que la naturaleza te ha dotado de intuición y conexión con tu bebé. No quiero decir que ignores las instrucciones pediátricas o que descuides lo básicamente necesario para el bienestar de tu pequeñito. Sin embargo, tómate un instante y respira profundo, confía más en ti y en el vínculo que estás creando con tu bebé. No dejes de lado el lazo, no olvides tu mejor herramienta de cuidados: el contacto con el corazón, con la mirada y con el tacto. Súmale lo valioso de tu intuición de madre.
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El temor a cometer errores, puede convertirte en una madre sobreprotectora y querrás tener en una burbuja a tu bebé. Lo volverás intocable y por lo tanto excesivamente vulnerable. Sé consciente de que todo debe tener un equilibrio. Hay dos aspectos polares importantes, el exceso que tienes de información o la poca información con la que cuentas. Ninguna de estas situaciones será favorecedora porque te creará demasiada incertidumbre.
Por un lado, si es exceso de información, no sabrás a quién hacerle caso y no sabrás cuál consejo, sugerencia o comentario es el que vas a tomar en cuenta como madre. Por otro lado, si te falta información, es posible que te sientas como si estuvieras caminando sin rumbo y necesitarás una brújula que te oriente. En cualquier situación, lo mejor es que integres los consejos de tu especialista en combinación con tu intuición de madre.
Error: Cuando no sabes qué hacer, te invade el pánico y piensas que puede pasar lo peor.
Nada más paralizante que el pensamiento catastrófico. Es terrible, se te cierra el mundo y al no mantenerte en control, pues tampoco encuentras soluciones. Puede sucederte cuando sientes que tu bebé se está ahogando o cuando no baja la fiebre o cuando no para de llorar.
Acierto: Respiras profundo y preguntas a tu especialista por una sugerencia ante la situación que atraviesas.
A veces el pánico te llevará a pedir consejos por todos lados, mamá, hermanas o amigas, con la intención de que te den un consejo. Sin embargo, puedes recibir información contradictoria y te agobiarás el doble. Lo mejor es consultar con tu especialista y apoyarte emocionalmente de tu pareja.
Error: Quieres que todo el ambiente esté en perfecto silencio y buscas la manera de conseguirlo.
Te asusta que tu bebé se despierte o se inquiete con los sonidos del entorno, te la pasas callando a todo el mundo, desconectas el teléfono y consigues que todo esté en silencio absoluto al grado de que frenas por completo tus actividades cotidianas.
Acierto: Eres cuidadosa con los ruidos que lo sobresalten y continúas con tus actividades cotidianas.
Los especialistas dicen que la mayoría de los bebés se adaptan a los ambientes de lo que llaman ruido blanco que son esos ruidos que tienen una misma frecuencia en el volumen y ninguno es estrepitoso porque son lineales.
Error: Te produce angustia y preocupación dejarlo encargado con alguien más.
Sientes que lejos de ti corre riesgo, que nadie sabrá cuidarlo como tú, que pasará hambre y frio e incluso sientes que lo estás abandonando. Puedes tener un episodio de ansiedad por separación y lo peor es que se lo puedes contagiar a tu bebé.
Acierto: No temes encargar a tu bebé con personas que son de tu entera confianza.
Comienza encargando a tu bebé por momentos cortos, date la oportunidad de aprovechar esos espacios para descansar y para atenderte un poco. Hazte un spa, una mascarilla o medita un rato. Confía en que dejaste a tu bebé en buenas manos y sólo serán unas horas.
Error: Cuando tu bebé no para de llorar, lo arrullas bruscamente sin darte cuenta debido al estrés que sientes.
El arrullo es una forma muy efectiva de fortalecer el lazo con tu pequeño, de comunicarle con los brazos que es amado y que está protegido y seguro. Sin embargo, no es una herramienta útil cuando sólo le transmites tu propio estrés y das el mensaje contrario.
Acierto: Tienes contacto con tu bebé piel a piel y le transmites tu protección y cobijo.
Tu tranquilidad es su tranquilidad. No por nada la terapia canguro ha resultado uno de los métodos más efectivos para el fortalecimiento de vínculo madre-hijo. Al grado, que ayuda en el proceso de maduración en los bebés prematuros.
Error: Ignoras totalmente a tu pareja y vuelcas toda tu atención al bebé.
Pueden poner en riesgo la relación y, aunque sé que no puedes partirte en mil pedazos, también es importante que se den un espacio al menos un día de la semana para poder conversar y disfrutar a tu pareja.
Acierto: Platican sobre cómo se sienten ante los cambios que trajo el bebé a la vida en pareja.
Es importante que ninguno de los dos se sientan desplazados por el bebé. La atención se nutre mutuamente. Pídele apoyo y comprensión a tu pareja y también brindárselo tú. Hablen de sus sentimientos y busquen llegar a un acuerdo para que ninguno descuide la relación.
Error: Sigues esterilizando sus utensilios cuando el pediatra te dice que ya no es necesario.
Si has caído en una obsesión por esterilizar, a pesar de que el pediatra ya te autorizó para no hacerlo, podrías estar limitando el desarrollo de las defensas que el organismo de tu bebé necesita para luchar contra los virus y las bacterias.
Acierto: Tienes los hábitos de higiene básicos, proteges a tu bebé sin caer en la sobreprotección.
El desarrollo de tu bebé representa logros en su autonomía. Si sobreproteges, frenas la confianza en sí mismo y en su seguridad para poder lograr el cruce a las siguientes etapas. Si ya no es tiempo de esterilizar, respeta el inicio y el fin de una etapa.
Error: No es que esté contraindicado, pero no es necesario que rasures la cabecita de tu bebé.
Es una práctica de las abuelas y que se ha transmitido de generación en generación con la creencia de que, al hacerlo, el cabello de tu bebé crecerá mas firme, fuerte y brilloso. Aunque no le afecta en cuestiones de salud, tampoco es algo necesario y le puede resultar molesto.
Acierto: Utilizas productos especiales para lavar su cabello y sobretodo cuidas su cabecita y sus ojos al usarlos.
El cabello de tu bebé es muy delgadito y su cabecita es muy frágil, es muy importante que durante el lavado no presiones de más su fontanela o mollera. Los productos químicos pueden irritar sus ojitos y su cuero cabelludo, por ello es importantísimo usar productos especiales.
Error: No permites que nadie lo toque o lo cargue por temor a los gérmenes o a que lo lastimen.
Cuando no quieres compartir a tu bebé, es porque tu instinto protector está en su máximo nivel. Te repito, lo sano es protegerlo, no “sobreprotegerlo”. Recuerda lo que te platiqué atrás sobre los anticuerpos. Puedes poner límites a otros sin caer en la exageración.
Acierto: Pides a los otros, las medidas de higiene fundamentales.
No está mal si le pides a las visitas que laven sus manos antes de cargar al bebé. Tampoco está mal que evites que una persona evidentemente enferma de algo contagioso lo cargue. Es decir, pon los límites pertinentes ante situaciones reales, no imaginarias.
Error: Lo envuelves en mantas como si fuera un taquito e impides que pueda estirar sus bracitos.
Envolver a tu bebé creyendo que va a estar más protegido incluso de sus propios rasguños y que así no experimentará cólicos, es riesgoso. Te cuento que se ha descubierto que esta forma de envolverlos está relacionada con la muerte súbita.
Acierto: Cobijas a tu bebé “sin apretarlo” y permites que sus bracitos estén libres.
Es importante que tu bebé pueda moverse con facilidad para favorecer el desarrollo de las articulaciones de su cadera. A mayor libertad, menor sensación de ahogamiento. Lo estás protegiendo del frío, pero también le permites el libre movimiento.
Error: Lo tapas en exceso porque notas sus manitas y sus pies fríos todo el tiempo.
Cuando tú te excedes en abrigar a tu bebé, se puede acalorar mucho y lo notarás irritable. Es importante que sientas su torso y si éste está caliente y sudoroso y además sus mejillas están muy rojas, lo más probable es que su temperatura esté muy elevada.
Acierto: Le pones ropa holgada y de fibras naturales que permitan una ventilación adecuada.
Si el clima es templado, es importante que la ropa de tu bebé sea de algodón. Así, si suda, también evitarás el brote de sarpullido como efecto natural del sudor.