Cuando mi hija era bebé, me angustiaba casi por todo. Como buena mamá primeriza, su mundo era nuevo para mí y las fiebres me aterraban, me preocupaba que algo fuera a pasarle y sentía desesperación. Sin embargo su pediatra, me orientó y me ayudó a entender algunas cosas importantes que acá te comparto.
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La fiebre no es enemiga sino el indicador de que algo está pasando en el organismo de tu bebé.
Es una señal que indica que el organismo de tu bebé está reaccionando con un mecanismo de defensa contra los virus y bacterias y su cuerpecito se calienta como una forma de crear un medio hostil para dichos invasores.
La fiebre en los bebés es mucho más frecuente por el desarrollo y fortalece su sistema inmune.
El sistema de defensas es aún muy inmaduro y por lo tanto requiere tiempo para ir creando los anticuerpos necesarios para atacar las enfermedades. Cuando el cuerpo eleva la temperatura tiene la intención de frenar la reproducción de los virus.
Ten certeza con el termómetro para tomar las medidas pertinentes y siempre consultándolo con el pediatra.
El que tu bebé tenga su cuerpecito caliente no es sinónimo de fiebre. Así que haz uso de un termómetro para confirmarlo. De acuerdo a la Academia Estadounidense de Pediatría, la temperatura corporal de un bebé sano oscila entre los 36 y 38 grados Celsius y más indica fiebre.
La fiebre implica que debes hidratar a tu bebé ya que el calor que genera hace que pierda líquidos.
Quizá tu bebito tenga mucho malestar, poco apetito o esté lloroncito y muy sensible a los estímulos del ambiente. Dale líquidos y los alimentos que el prefiera consumir sin forzarlo mucho. Lo más importante es la hidratación.
Aunque es un mecanismo de defensa es recomendable es bajarle la temperatura para brindarle comodidad.
No lo arropes demasiado, mantenlo en un entorno fresco y pásale una esponjita mojada con agua templada hasta que sientas que el calor baja. Cualquier medicamento debe ser consultado previamente con su pediatra.
Si al parecer tiene dolor de cabeza, lleva el calor de arriba hacia abajo para darle mayor alivio.
Puedes hacer un baño de pies con agua tibia de manera que traslades el calor que probablemente esté ejerciendo malestar en la cabecita de tu bebé. De esta forma equilibras la temperatura y desvías la concentración excesiva de calor en la cabeza.
Ten contacto continuo con su pediatra y pon atención a cualquier síntoma alterno a la fiebre para que lo consultes.
Puede haber tos, flujo nasal, vómito, dolor de oído, diarrea, dificultades para respirar. Si estos síntomas u otros la acompañan, le darán pistas al pediatra del origen de la misma. No lo mediques por ti misma.
No te asustes si su cuerpo tiembla y notas la piel de sus manitas azulada ya que es una reacción natural.
Su cuerpecito puede temblar y presentar escalofríos con la intención de generar más calor y el tono azulado puede ser debido a la baja de circulación sanguínea que presenta en ese momento. Mantén al pediatra informado de estos síntomas.