Si alguien me hubiese dicho que enseñar a los niños a dejar los pañales y usar el baño iba a ser una de las experiencias más estresantes y divertidas de mi vida, jamás lo habría creido. Menos, que el proceso me iba a hacer pensar y trazar más estrategia que si hubiese intentado erradicar la corrupción en América Latina. Mis hijos me van a matar cuando leas lo que pasamos. Pero no soy la única. Las anécdotas de mis amigas, incluyeron llantos y carcajadas. Deja que te cuente.
Lee más en ¿Qué más?: 12 errores que debes evitar al limpiar tu baño
Cuando mi hijo mayor cumplió los 2 años, comenzamos a hablar de decirle adiós a los pañales. Una amiga había entrenado a su niña a los 18 meses y yo me sentía como la madre más inepta del mundo. Leimos libros, vimos películas, hasta cantábamos una canción que inventamos especialmente para eso. Al cabo de unas semanas, él me avisaba cuando estaba haciendo, pero la idea de sacarse el pañal lo horrorizaba.
Tanto fue el estrés que le dio, que mi esposo y yo decidimos dejar pasar un poco más de tiempo. Los libros que leímos nos explicaron que muchas veces los bebés sienten los pañales como una extensión de su cuerpo y que necesitan llegar a cierta edad para separarlos en su cabeza. OK.
Así llegamos hasta los 3 años y nada. La solución llegó cortesía de mi hermana, que le compró unos pañales pull-up que parecían calzones. ¡Santo remedio! El niño parecía entrenado como por arte de magia, con la excepción de que insistía en caminar con toda la casa, con el potty en la mano, enseñando su tesoro a todo el que estaba presente. No te quiero contar la cantidad de veces que iba yo limpiando detrás de él. Una vez lo agarré camino a casa de la vecina….Sin comentarios.
Tengo una amiga, que luchó tanto, que al final le compró a su niño unos pañales para recién nacido (igualitos a los que él usaba de grande) y lo engañó vilmente. El chico era terco y se hizo todo encima por un par de días. El esposo de mi amiga, al final, la obligó a dejarlo mojado un par de horas. Fue un suplicio y el sofá de la casa terminó en el basurero. Pero funcionó. Nunca más.
Mi vecina entrenó a su niña sobornándola con caramelos. Lo que se ahorró en pañales, lo gastó en el dentista. La chica sigue ahora pidiéndole candy por todo. Yo intenté esa técnica y no me funcionó con ninguno de mis dos chicos. Cada uno es diferente.
Mi niño menor usaba el potty cuando tenía ganas, eso sí, con el pañal puesto. No había manera de que se lo bajara. Un día, por sugerencia de mi papá, decidimos quitárselo y dejarlo sin pañal todo un fin de semana. Era verano y pasamos el fin de semana en el jardín. Después de muchos episodios, incluyendo uno en el que niño y perro hicieron el número dos al mismo tiempo, empezamos el lunes en la mañana con calzones de niño grande y ningún accidente. Ni siquiera de noche.
Tengo una amiga que está en pleno proceso ahora. El niño tiene casi 3 años y da gritos atronadores cuando le quiere quitar el pañal para ir al potty. Lo usa, pero también con el pañal puesto. Lo peor es que cada vez que le sube la tapa a la vacenilla se activa la voz de Elmo. La pobre no sabe qué odia más, si limpiar a un niño ya comiendo comida de grandes, o escuchar al popular personaje de Sesame Street.
La moraleja de todos estos cuentos, al menos para mí, es que para entrenar a los niños a usar los inodoros hay que tener imaginación, paciencia, sentido del humor, muchos productos de limpieza y una lavadora que funcione muy bien.
Imagen vía iStock