Mientras entrevistaba a la mamá de Dany, el pequeño rompió dos cubos del material de juegos aventando todo y ella sólo reía justificando la acción diciendo: "ya ves como son los niños" pero no hizo nada al respecto. No confundas el amor incondicional con el exceso de tolerancia. Nunca olvides que un buen límite fortalece. Si amas a tus hijos, no cometas estos errores.
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Imagen vía Corbis
Darle privilegios sin ganarlos
El entrenamiento para la vida implica aprender que para obtener hay que esforzarse. Enséñale con amor que cada privilegio es el efecto de su cooperación y esfuerzo de esta forma: “Hoy podrás jugar cinco minutos más porque terminaste tu tarea muy temprano”. Sólo es causa-efecto.
Restarle importancia a su actitud desafiante
Si pasas por alto sus conductas de oposición creyendo que eres amorosa y tolerante, solo estarás incrementando el desafío. Aprende a decir "no" en un sí condicional de esta forma: “Claro que puedes comer más dulces, ¿Qué te parece mañana?-no, yo quiero hoy– , será mañana”.
Acceder al chantaje emocional
El mensaje del chantaje siembra culpa: “Si no me das lo que quiero es porque eres muy mala”. Si accedes para evitar sentirte egoísta, solo fomentas su intolerancia a la frustración. Aprende a no ceder siendo honesta con lo que sientes: “Entiendo que esto te ponga triste, yo me siento igual que tú, solo que lo mejor será que te quedes”.
Cuando no le pones rutinas
Si crees que le muestras amor siendo extremadamente flexible en la estructura de actividades, le estas quitando estabilidad. Si él no está de acuerdo y quiere hacer su propia voluntad, intégralo en la elaboración escrita de la rutina y permítele participar en la organización de los tiempos así: “Entre estas dos horas, ¿cuál eliges para bañarte?".
Creer que es muy pequeño para colaborar en casa
Aprender a trabajar en equipo es fundamental para formar hábitos de responsabilidad. Dale pequeñas labores adecuadas a su edad para que se sienta parte del equipo familiar y reconoce su cooperación para fomentar su autoestima: “Es de gran ayuda cuando colocas las cucharas en la mesa, muchas gracias”.
Cuando reparas los daños que causaron
Si tu hijo cometió una falta, no hay mejor prueba de amor que guiarlo a que asuma el impacto de sus acciones. Aunque siempre debes respaldarlo, involúcralo en la propuesta de solución: "Rompiste el juguete de Mario, ahora, ¿cómo harás para repáralo?-cómpralo de nuevo- Ok, te acompaño y lo pagas con tus ahorros”.
Cuando permites que te hable en tono agresivo
No eres amorosa cuando evitas las confrontaciones, puedes disciplinar sin coraje: “Que no quiero la sopa, ¡entiende mamá!– Yo sé que sabes decir esto mismo de una manera más respetuosa, inténtalo de nuevo, te escucho-”.
Cuando lo sobreproteges
Si haces todo por él creyendo que le demuestras amor, el mensaje que le envías es que es incapaz de hacerlo por sí mismo y solo estarás fomentando la insuficiencia. Confía en él y permítele equivocarse para que aprenda puedes decirle: “ésta vez intenta hacer tu cama, confío en que lo puedes hacer sólo”.
Cuando no le permites perder en un juego
Es importante validar la inteligencia de nuestros hijos pero jamás haciéndoles pensar que son incapaces de perder. Tu hijo tiene que aprender tanto del éxito como del fracaso así que permítete vencerlo en los juegos de vez en cuando.
Cuando siempre le das la razón
Si se peleó con Juanito, o la maestra le llamó la atención, es natural que en su explicación él te aporte todos los argumentos a su favor. Invítalo a reflexionar sobre su parte de responsabilidad: "¿Qué pudiste haber hecho diferente para que esto no pasara?".