Hay mujeres afortunadas que no quedan gorditas después del embarazo pero hay otras que duplican el peso. Sea cual sea la situación hay una verdad innegable, todos los cuerpos cambian. Es verdad que con una dieta saludable y ejercicio podemos transformar nuestro cuerpo y volver a tener el peso que teníamos antes del embarazo, pero no es cierto que vamos a tener el mismo cuerpo.
Estos son algunos de los cambios que vas a experimentar después del bebé.
1. Un Nuevo cuerpo. Aunque hayas perdido todo el peso del embarazo, la grasa se ha distribuido en diferentes lugares. El terreno simplemente ha cambiado. Algunas partes del cuerpo se estiraron y otras cuelgan en lugares inesperados. Unas partes se han rellenado y otras han perdido volumen. Pero también hay cambios buenos, por ejemplo, vas a tener más curvatura en las caderas, los pómulos van a estar más pronunciados y tu cabello va a ser de envidia gracias a las hormonas y vitaminas.
2. Nada es como antes. Si eras una atleta profesional cuando quedaste embarazada, continuaste haciendo ejercicio con un entrenador profesional y tuviste una nutricionista al pie manejando tu dieta, probablemente tu cuerpo va a responder cerca de la forma que lo hacía antes. Pero para las mujeres comunes y corrientes, el cuerpo no va a reaccionar de la misma forma. Te va a costar más trabajo correr las mismas millas que hacías antes y te van a dar ganas de orinar cuando hagas ejercicios que estimulen la pelvis. No renuncies que con disciplina lograrás una nueva meta.
3. Cuerpo de mamá, cuerpo de heroína
Tu nuevo cuerpo va a hacer cosas que nunca pudiste hacer antes. Como está sincronizado con el recién nacido, vas a poder levantarte cada dos horas a alimentarlo. Tus sentidos estarán alerta con cada suspiro del pequeño. Vas a desarrollar fuerza en los dos brazos para poder cargarlo y hacer otras cosas al mismo tiempo. Vas a notar que tu torso es fuerte y que reaccionas rápidamente cuando tu niño está en una situación de peligro.
4. Siempre bella. El embarazo y la crianza no sólo transforma tu cuerpo pero también tu personalidad y pone en perspectiva lo que es realmente importante. Si es cierto que de repente vives con ojeras, no te tiñes el cabello tan seguido ni te haces tanto las uñas como antes, eso no significa que estés fea. Simplemente, hay prioridades. Vas a aprender a acentuar lo que tienes y dejar de soñar con lo que perdiste.
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