Las pastillas de jabón son el escondite perfecto de miles de bacterias

Toda la vida me he bañado con jabones líquidos o shower gel. No sé, pero las barras de jabón nunca me han gustado. Para empezar, no me gustan los residuos blanquecinos que dejan en la piel. Tampoco soy muy amiga de eso que nuestras abuelas llamaban "jabón de olor". Los geles siempre me parecieron más prácticos porque además uno pone o bien en la palma de la mano o bien en la esponja, la cantidad que va a usar y listo. No queda en la jabonera de la ducha ningún jabón baboso… y adivina qué: me acabo de enterar de todas las cochinadas que se esconden en los jabones de baño y es como para salir corriendo.

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Las pastillas de jabón húmedas, llenas de espumita, reposando en su baba en la ducha de cualquier cuarto de baño, por muy aseado que esté, son un verdadero criadero de gérmenes. Claro que no es nada que te vaya a matar o a provocar una infección en la piel. Pero por las condiciones de humedad y temperatura de los baños, hacen que los jabones sean el perfecto hábitat para que los gérmenes crezcan a su antojo.

Si a pesar de esto, eres de las que prefiere las pastillas de jabón en lugar de los jabones líquidos, esto es lo que hay que hacer para mantener las condiciones de higiene mínimas para preservar tu salud y la de tu familia:

Enjuágalas: Después de usarlas, deja correr un poco de agua, para que la pastilla no quede ni con espuma ni con baba.

Guárdala: Ponla en una jabonera seca, con huequitos que le permitan escurrirse.

No la compartas: El jabón es algo muy personal. Mejor que cada quien tenga su propia barra y su jabonera.

No uses jabones en baños públicos: La verdad es que no recuerdo ningún baño público donde el jabón no se dispense en forma líquida, pero por si las moscas, ni se te ocurra usar un jabón de pastilla en un baño que no sea el de tu casa.

Imagen vía Corbis Images