Si hubiese visto la historia de Elizabeth Joice en una película, habría llorado a moco tendido y hubiese pasado el día con un nudo en el estómago. Lamentablemente, se trata de algo que pasó en la vida y real y me ha conmovido profundamente. Trato de imaginarme qué habría hecho yo de estar en su lugar y sé que habría tomado la misma terrible decisión.
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Los meses más felices y más horribles de la vida de Elizabeth y Max Joice se funden en un solo recuerdo. Enterarse que, contra todo pronóstico estaban esperando un bebé, fue la mejor noticia del mundo. Los médicos les habían dicho que era algo imposible. ¿La peor? descubrir casi simultáneamente que el cáncer que ella había derrotado hacía tres años había regresado.
Los médicos los pusieron ante una elección imposible: Abortar o jugar a la ruleta rusa con el cáncer.
Ser madre era el sueño más preciado de esta valiente mujer que, con el respaldo de su marido, escogió operarse el tumor que crecía en su espalda y no recibir la quimioterapia que podría salvarle la vida una vez más.
Cuando nació su bebé Lily, el cáncer ya se había expandido por todo su cuerpo y era demasiado tarde para hacer algo por su salud. La hermosa mamá de 36 años murió cinco días después de tener a su hija. No consigo ponerme en el lugar de su esposo y de toda la familia. Creo que deben haber pasado por momentos de agonía indescriptibles, pero con una bebé recién nacida para hacerlo más llevadero.
Historias así confirman que nada iguala al amor de una madre. Estamos dispuestas a todo por nuestros hijos desde el primer momento.
¡Que descanse en paz!
Imagen vía Familia Joice