Algunos niños vienen claramente con necesidades especiales. Lo sabemos desde que están en la barriga o poco después de su nacimiento. Otros, lucen como el resto, pero a medida que se van desarrollando, comenzamos a sospechar que son un diferentes. Aprenden más rápido, o más lento. No nos miran igual. Algo nos llama la atención. En ese momento no hay que dudar. Hay que consultarle al pediatra.
Si eres una exagerada, pues te quitarás un peso de encima. Si tu bebé necesita de apoyo especial, lo mejor es que lo reciba tan pronto como sea posible.
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Lo mejor es llevar un grupo de preguntas preparadas, pues si no, con todos los nervios se te puede olvidar lo que quieres saber. Estas cinco serían el inicio, pero como cada niño es diferente, por favor añade las específicas que te preocupan a ti a la lista.
1. ¿Cómo está mi niño en su desarrollo motriz en relación a los otros niños de su edad?
2. ¿Cómo esta mi niño en su desarrollo intelectual para su edad?
3. ¿Qué cosas específicas debería estar haciendo, que no hace o cuáles son las siguientes destrezas que debe comenzar a adquirir?
4. ¿Cuál es la experiencia del pediatra evaluando y tratando a niños con necesidades especiales?
5. ¿A quién te puede recomendar para una segunda opinión o una evaluación formal?
Si el médico avala tus sospechas, no te desesperes. En la mayoría de las oficinas cuentan con herramientas para ayudarte en el proceso. Si no entiendes bien en inglés, pregunta si tienen un intérprete. Si te dice que todo está bien y tú sabes en tu corazón de madre que no es cierto, no tengas pena de pedir una segunda opinión.
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