A Keegan Keppner, un niño de 10 años que vive en Eugene, Oregon, le diagnosticaron un cáncer cuando apenas tenía 5 años. No me imagino lo que ha de ser para una criatura de esa edad vivir con esa terrible enfermedad y someterse a tratamientos tan difíciles de llevar para pacientes adultos. Pero cuando te cuente lo que está haciendo Keegan para sentirse bien, coincidirás conmigo en que l__os ángeles existen y no siempre están en el cielo.__
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El cáncer de Keegan es un glioma que le ha afectado su cerebro y la espina dorsal. Ya su familia sabe que está en fase terminal. La reacción de Keegan frente a tanta adversidad es increíble. No vayas a creer que se está ocupando de sí mismo. Para "sentirse bien" decidió hacer lo que le gusta y que no es otra cosa que ayudar a los demás.
El sábado pasado el niño fue con su padrastro a confortar a los desamparados que acampan en su ciudad. No llegó con las manos vacías sino con comida caliente y comenzó a obsequiar desayunos completos a los moradores de Whoville, un campamento donde ya las autoridades pusieron un aviso notificando que pronto serán evacuados.
Keegan dice que se siente mal de sólo saber que hay gente sin hogar y sin familia y por eso se ha propuesto llevarles algo de alegría, para que la carga de una vida sin casa, en la calle, no se les haga tan pesada.
Me parece admirable lo que está haciendo el chico y que su familia lo apoye. Quienes han recibido con alegría su generosa ayuda no hacen sino agradecer. Con estas temperaturas, no conozco a nadie que no se sienta confortado con un plato de comida caliente. Creo que l__a mamá de Keegan debe estar muy orgullosa de su hijo, quien ha dicho que tiene planeado seguir ayudando a los desamparados.__
Imagen vía captura de video KVAL