Cada vez que mis hijos se caen, se golpean, se lastiman, vienen corriendo para que los sobe, les dé un besito "ahí donde está rojo mamá", les ponga una "cremita mágica" y les cante "sana, sana, sana, colita de rana, si no sana hoy, sanará mañana".
No importa que ya sean grandes (tienen 9 y 11 años), me confirman que siguen siendo mis niños, cuando vienen a mí para que los arrulle y todavía algunas noches piden que les cante una canción de cuna antes de darles el beso de las buenas noches. Hay algo de amor infinito, que conforta y consuela en ese canto…
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No en vano cuando mi hermana estaba agonizando, después de una dura batalla contra el cáncer de ovarios, mi mamá la arrullaba con canciones de cuna, para que se durmiera en paz. Aunque han pasado 10 años desde que finalmente mi hermana no despertó más, recuerdo esa escena como si de la personificación del amor maternal se tratara.
Por eso no me sorprendió para nada cuando científicos de la Universidad de Roehampton, en el Reino Unido, confirmaron que las canciones de cuna tienen un efecto calmante, sanador y ayudan a disminuir el dolor.
Por lo mismo ahora están recomendando a las mamás que les canten a sus hijos, algo que seguramente tú haces no sólo porque es lo te sale del alma, sino porque así hicieron tu mamá y tus abuelas contigo.
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En un experimento hecho en el Hospital Great Ormon Street de Londres, los doctores comprobaron que el sufrimiento de los niños enfermos se aliviaba cuando escuchaban canciones de cuna, comparado con niños a los que sólo se les leían cuentos.
Aunque el experimento fue hecho con niños de tres años, nosotras podemos dar fe del efecto calmante y sanador de las canciones de cuna en particular y de la música en general.
Intuitivamente sabemos del efecto terapéutico de la música. Y me parece súper interesante que la ciencia esté considerando su uso para calmar el dolor. Seguro que es mejor que tanto painkiller…
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