Recuerdo a la Sra. María, una mujer anciana y jubilada que ayudaba como voluntaria en la iglesia en la que crecí. Una vez me dijo, "Albertico, cuando mis padres llegaron a este país de Irlanda, no tenían un centavo. Mi padre trabajaba dos y tres trabajos con zapatos viejos y rotos para que nosotros – sus nueve hijos – tuviéramos para comer y vestir. A pesar de todo ese sacrificio, lo primero que mi madre hacía al distribuir el dinero para la casa, era poner a un lado el dinero para nuestra iglesia y nuestras caridades. Mis padres me enseñaron que siempre era mejor dar que recibir. Nos enseñaron a ser generosos". Esa historia la llevo grabada en el corazón desde hace años.
Los estudios y estadísticas indican que la mayoría de los norteamericanos dan un 3.1% de sus ingresos a caridades. Aunque ese porcentaje está muy por debajo de la tradición bíblica del diezmo (10%), se puede decir que este es un país generoso. De hecho, las personas que menos ganan son las que más dan; se ha comprobado que los menos adinerados dan un 5.2% de sus ingresos a caridades.
Se acerca el día de Acción de Gracias y cada año este es un tiempo en el cual muchas organizaciones piden donaciones. Las iglesias solicitan caridades para los pobres y desplazados, comida para los hambrientos, juguetes para niños pobres, etc. Todo lo que se hace de corazón es importante y es una verdadera ayuda a quienes tanto la necesitan. Pero tenemos que hacernos la pregunta básica: ¿Por qué nos parece 20 dólares una gran cantidad de dinero cuando vamos a la iglesia o para dar a una obra caritativa, pero el mismo billete nos parece tan poco cuando vamos de compras?
Ser generosos requiere que pensemos en los números específicos y en la cantidad correcta de nuestra donación. Ser generosos no es "dar cualquier cosa" – como muchas veces escuchamos – "aunque sea sólo un pesito". Dar de corazón es dar de acuerdo a lo que hemos recibido y debemos dar un porcentaje que concuerde con nuestros ingresos. El porcentaje de lo que damos es importante, pues el costo de la vida sigue en aumento y las caridades que apoyamos también tienen que pagar la luz, el agua y el aumento del combustible.
Dar es mejor que recibir, especialmente cuando nuestra donación es signo de nuestro agradecimiento por todas las bendiciones recibidas. En este tiempo de Acción de Gracias, no olvidemos a tantos que no tienen lo que nosotros tenemos y démosle una mano con nuestra donación generosa. Al final lo más importante es donar conscientemente y de corazón.
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