¡Eso de tener un hijo único no es para mi!

Siempre supe que no quería ser mamá de un hijo único. Es más, siempre quise una familia grande. Tengo solo dos hermanos y siempre envidié a mis amigos con muchos hermanos. Pero la vida no lo quiso así, y sólo tengo dos hijos.

Cuando quedé embarazada por segunda vez y antes de averiguar el sexo de mi bebé, la gente me preguntaba si quería niño o niña. Cómo sabía que sería mi último hijo y como ya tenía una hija, la verdad es que sí quería otra niña. Tengo una excelente relación con mi hermana y quería lo mismo para mi primogénita. Pero la vida tampoco lo quiso así, y en el 2009, nació mi hijo Santiago. Hoy estoy feliz de tener uno de cada uno, ya que las experiencias criándolos han sido totalmente distintas.

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Lo que más me gusta de tener dos hijos–y la razón por la cual siempre quise más de uno–es el amor puro e innato que existe entre ellos. Aunque todavía están muy chiquitos (mi hija tiene 5 y mi hijo 2), las muestras de cariño son palpables desde que se vieron por primera vez. Es imposible negar que se pasan mucho tiempo peleándose como perro y gato, pero al final de cuentas es obvio que se aman. 

Ayer, por ejemplo, Santiago tuvo una pequeña presentación de primavera en la escuela preescolar a la que asiste una vez a la semana. La celebración era en la mañana y, por lo tanto, su hermana no podía ir porque está en el colegio a esa hora. Triste porque no iba a poder ver a su hermanito cantar, Vanessa me pidió que por favor grabara vídeo para que se lo enseñara después. 

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Aunque todavía me falta sobrevivir muchos pleitos entre hermanos, espero de todo corazón que en el transcurso de su niñez y adolescencia puedan forjar el tipo de relación que algún día los haga sentir que no hay nada que no harían el uno por el otro, tal como debería ser.

¿Tus hijos se llevan bien? 

Imagen vía fotonut2007/flickr