Cuando uno lee historias como la de algunos mexicanos que todos los días cruzan legalmente la frontera para ir a trabajar a Estados Unidos, en el campo, por un sueldo mísero; uno se da cuenta de que las cosas por las que se queja, son de lo más insignificantes del mundo. Quienes sí tendrían todo el derecho de quejarse, son los inmigrantes, que con tal de proveer a su hogar, están dispuestos a aguantar intensas jornadas laborales que incluso requieren que crucen de un país a otro en el mismo día. Poco se dice de ellos, pero representan una de las fuerzas laborales más importantes para la economía de Estados Unidos y específicamente para la de California, ya que el sector de la agricultura, está en crisis debido a que casi nadie quiere trabajar recogiendo la cosecha por un sueldo tan bajo.
Según un informe de AP, el Valle Imperial de California constantemente registra el índice de desempleo más alto de la nación (26.7 por ciento en febrero) y aún así, los empleadores tienen que buscar personal al sur de la frontera para llenar sus puestos, ya que las personas que viven aquí se rehúsan a ganar 9 dólares la hora, para desempeñar un trabajo tan duro como éste.
Qué lástima que debido a las pocas oportunidades laborales que se tienen en México, tantos paisanos míos, estén dispuestos a aguantar jornada laborales tan intensas, por unos cuantos dólares. Pero lo más triste de todo, es que, si están viniendo a este país, es porque ¡aquí pueden ganar mucho más dinero que en suelo mexicano! Y es que en México, el salario mínimo general por día es de alrededor 60 pesos (lo que equivale a 4.70 dólares).
La realidad es que los mexicanos (así como todos los inmigrantes que vienen a este país a trabajar) sostienen una parte importante de la economía de Estados Unidos, y por eso, no me explico, por qué la mayoría de las veces, quienes vienen a trabajar dignamente a este país (con documentos o sin documentos) siguen siendo vistos como "delincuentes" cuando no hacen otra cosa más que aportar al crecimiento económico de Estados Unidos ¡Ya es hora de que las autoridades de este gobierno comiencen a darse cuenta de que existe este lado de la moneda también! Y que los inmigrantes que vienen a trabajar merecen el mismo trato que los demás, pero sobre todo MUCHO RESPETO por su ardua labor.
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