Existen temas que son delicados para platicarlos en presencia de nuestros hijos y no por que sean malos o los estemos metiendo en una burbuja de cristal. La realidad es que debemos ser conscientes de su nivel de comprensión, ya que cuando son pequeños podrían generarse ideas equivocadas y magnificar desde su imaginación la interpretación de una conversación llevándola a lo catastrófico. Muchas veces pensamos en voz alta o conversamos con nuestra familia sin darnos cuenta del sentido de nuestras palabras. Muchas veces son bromas, otras veces son producto de una descarga emocional y otras tantas vienen de la presión o del estrés y podrían resultar exageradas. Eso no lo saben tus hijos y podrían preocuparse sin necesidad. Así que evita estos temas que acá te comparto.
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Tu pequeño puede sentirse impotente ante lo que escucha porque sabrá que, debido a su corta edad, no puede ayudar mucho, sobre todo si imagina que ante lo que estás conversando, pasará lo peor.
La honestidad con tus hijos no está relacionada con la omisión de temas que es mejor reservar para una conversación entre adultos que sabrán comprender y tendrá un enfoque objetivo con una visión madura. Un niño no podría enfocar las cosas de esta forma puesto que su etapa es muy temprana y lo verán con subjetividad. Así que calla estas cosas.
No hables de problemas económicos frente a tus hijos.
Para tus pequeños tú eres el puente a su supervivencia, la figura que los respalda y los protege. Ellos no pueden hacer nada ante una situación de dificultades económicas que estén afrontando como familia. Una cosa es que hagas acuerdos con ellos de cuidar la economía familiar, planes de ahorro o de optimización y otra muy diferente es que te escuchen angustiada platicando con alguien o con ellos mismos al respecto. Desahoga tu angustia lejos de sus oídos, descarga tu preocupación, pero evita que sea frene a ellos.
Deja de hacer críticas o juicios a tu imagen personal o a la de otros.
Comentarios despectivos hacia ti cuando te ves en el espejo o hacia los demás cuando los ves transitar en la calle dejan una huella importante en tus hijos. Quizá tú lo haces de broma, pero ellos están aprendiendo los buenos y los malos hábitos de ti. Despreciar tu imagen o la de otros es una manera de exclusión que los llevará a tener un concepto equivocado de la valía personal. No pueden sentir que la valía está solo basada en críticas a la imagen.
Evita frases catastróficas como: “me voy a morir con este trabajo “o “parece que aquí hay fantasmas”.
Evidentemente son frases figurativas y de representaciones simbólicas, sin embargo, tus pequeños, sobre todo los preescolares, pueden tomar tus palabras en el sentido literal y llenarse de ideas fantasiosas con lo que escuchan de ti. Quizá te pregunten a qué te refieres o quizá no. Si tienes oportunidad, explícales que es una forma de decir las cosas. Sin embargo, para evitarles estas confusiones es mejor que no digas ese tipo de frases que pueden resultarles reales cuando no lo son.
Evita hablar de problemas que hayas tenido con familiares cercanos o amigos muy queridos.
Si te enojaste con tu hermana, mamá, papá o incluso con algún primo, es mejor que te desahogues lejos de tus hijos. Esto puede confundirlos y meterlos en una lucha interna de lealtades en la que les costará trabajo separar el amor que sienten por sus tíos o abuelos y comenzarán a heredar emocionalmente un conflicto que no les pertenece. Ellos podrían sentir que deben estar de tu lado y por lo tanto estarán entre la espada y la pared.
Evita hablar de noticias trágicas o peligrosas que viste en el noticiero o en las redes.
A pesar de que la realidad mundial es un caos, no es necesario que tus pequeños sientan que viven en un mundo lleno de hostilidad o peligro. Necesitan sentirse seguros y exentos de todo aquello que pueda contaminar su tranquilidad. No es meterlos en una burbuja, es solo una manera de cuidar su salud emocional. Es innecesario que sientan miedo al salir de la calle. Una cosa es la precaución que les inculques y otra que vivan con cierta paranoia.
Evita quejarte todo el tiempo de cuestiones como el trabajo o las responsabilidades.
De por sí la queja es nociva a cualquier edad y si se trata de que te escuchen quejarte de tus responsabilidades ya sea por cansancio, les estarás dando el mensaje equivocado. Aunque el estrés y las actividades de tu día te consuman, es importante que disfrutes cada momento. Puedes sentirte llena de obligaciones, pero tus hijos deben percibir que aunque es cansado, es algo que rinde frutos y crecimiento, de esa forma verán con ojos distintos sus responsabilidades de niños.
No hables mal de su papá frente a ellos.
Quizá estés conversando con alguien de confianza sobre los desacuerdos o disgustos que tienes con su papá. Ellos no entenderán que estás buscando quizá un consejo o simplemente que alguien te escuche. Lo que ellos percibirán es que estás hablando mal de su papá. Se sentirán tristes, enojados o incluso podrían creer que lo están traicionando al escuchar lo que dices de él o puedes correr el riesgo de que el problema lo tomen de manera personal.
Evita hablar de cosas que los puedan asustar como las enfermedades o la muerte.
Conforme vayan creciendo, tendrán un mejor concepto sobre la muerte y podrán comprender que todo es finito y que la muerte no es un sueño eterno. Por el momento, más allá de ocultarles estos temas, se trata de evitarlos hasta que ellos te pregunten directamente y te compartan si tienen dudas al respecto. No adelantes temas que no te han cuestionado, déjalos crecer a su ritmo y cuando te pregunten, explícale a su nivel de comprensión.
Evita desahogarte con ellos de tus problemas personales, no son tus amigos, son tus hijos.
No estás en una plática de café con tus amigas o tomando la copa con tus amigos. Tus hijos deben estar al margen de tus problemas personales y no porque no puedan escucharte sino porque se sentirán impotentes al no poder ayudarte. Incluso te percibirán débil y vulnerable lo cual puede asustarlos porque cuando son niños tú eres la figura que los llena de seguridad. Además, no es el rol de tus hijos escuchar tus problemas, eres tú quien tienes una responsabilidad formativa muy importante con ellos.
Evita dar opiniones o juicios sobre los problemas familiares de sus compañeritos de colegio.
No faltará que alguna amiga y tú tengan momentos de café para platicar los pormenores del entorno. Si estos asuntos incluyen problemas o conflictos familiares de sus compañeros de colegio o incluso opiniones que emitas ante alguna situación, evita hacerlo frente a tu hijo. Además de que puede repetir en la escuela lo que escuchó, estarás enseñándole que está bien juzgar y opinar sobre la vida de otros. Estarías contradiciendo a la empatía con la que seguramente lo quieres educar.
No mientas frente a ellos, ni aunque sea una mentira piadosa porque estarás siendo incongruente.
Si tú pones pretextos a alguien con quien te observen conversar, ya sea diciendo una mentira o si evitas una confrontación pidiendo que los niños mientan por ti, estás enseñándoles que mentir está bien y por lo tanto ellos se sentirán con el permiso indirecto de hacerlo también. Si en alguna situación es conveniente que lo hagas, evita hacerlo frente a ellos ya que no comprenderán por qué lo estás haciendo.
No pelees con tu pareja frente a tus hijos y mucho menos hablen de divorcio frente a ellos.
Además de que es una forma indirecta de agresión, tus hijos pueden estar temerosos a que se agredan y tener latente la preocupación de que se puedan separar o divorciar. Esto les quitaría innecesariamente el sueño. Los problemas de pareja tienen que resolverse a puerta cerrada y sin que tus hijos se vean involucrados. Son cosas que no les corresponde resolver y ante las cuales no deben estar en medio.
No compartas con tu familia temas que los involucran a ellos, pueden sentirse exhibidos.
Quizá haya cosas que te parezcan graciosas o preocupaciones que quieras resolver pidiendo una opinión, sin embargo, puede que se sientan avergonzados si platicas cosas que ellos no te han autorizado a compartir. No importa que sean pequeños, no desacredites su derecho a decidir lo que quieren contar de sí y lo que no. Evita hacerlo frente a ellos o pídeles permiso primero antes de tocar un tema que es personal por mucha confianza que tengas en la persona a quien se lo platicas.
No utilices mensajes ocultos con claves o gestos extraños cuando platiques con alguien.
Esto es terrible porque tus hijos se sentirán totalmente excluidos de la conversación así que si no quieres que escuchen mejor aguántate las ganas de conversar y espera a que tus hijos no estén presentes. Debes calmar tus impulsos por comunicar algo que puede esperar o que puedes retomar en otro momento. Cuando tu conversación es en clave, tus hijos pueden sentir que ocultas cosas y eso te vuelve indirectamente poco confiable para ellos.
No hables de su personalidad ni los etiquetes cuando pláticas con otras personas.
Evita hablar de los aspectos de su personalidad que no te gustan, no los pongas en evidencia frente a otros porque pueden sentirse abochornados e incluso señalados. Si hay cosas de su forma de ser con las que no concuerdas, no es algo que debes estar difundiendo con nadie y mucho menos frente a ellos. Esto los podría afectar en el desarrollo de su autoestima aunque para ti sea una conversación inofensiva y sin mala intención.
