Entiendo que hay casos extraordinarios donde es necesario involucrar a los niños en un proceso de divorcio, casos en donde cualquiera de las dos figuras (paterna o materna) resultan un riesgo potencial para la salud física o integridad emocional del niño. Sin embargo, en muchos de los casos, la única razón es el enojo contenido que quizá los lleva a usar a sus hijos para destruirse mutuamente buscando aliados para su guerra. Tratar de herir al cónyuge impidiendo que los niños quieran y convivan con su papá, puede tener consecuencias terribles como las que acá te comparto.
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A través de muchos casos de famosos, hemos podido notar el nivel de guerra que se puede desatar entre una pareja que no logra llegar a acuerdos sanos para su separación. Y lamentablemente, cuando un condicionante es la convivencia con los hijos, es posible que el dolor y sufrimiento por la abrupta separación tenga efectos emocionales importantes.
Desde tu furia y tu enojo, le das el mensaje equivocado de que su padre es un peligro.
Puede que desde tu dolor sientas que él no tiene derechos sobre el niño, o incluso que no puede verlo porque no aporta económicamente. Sin embargo, para la construcción de la seguridad y la confianza de tu pequeño, debes separar el rol de pareja del rol de padre.
Debido al estrés que vive por la ausencia de papá puede padecer desórdenes de atención.
Es posible que baje su rendimiento escolar como efecto del estrés por estar en medio de una lucha que no le corresponde. No importa la edad, el sentimiento de ausencia del padre con quien ya ha convivido todos los días, afecta en cualquier momento del desarrollo.
Indirectamente, le quitas el permiso de amar a su padre y puede desarrollar depresión.
Aunque no sea tu intención chantajearlo emocionalmente, quizá lo haces de forma indirecta. Evita llegar a estos extremos, no sabes el daño que puedes causarle. A la larga se sentirá en un conflicto de lealtades y podría desarrollar depresión en edades adultas.
Tienen conflictos en su funcionamiento social, por lo regular, carecen de habilidades sociales.
Está comprobado que los niños en edad escolar con padres altamente involucrados en sus actividades (aunque éstos estén separados), fomentan y fortalecen un mejor desarrollo cognitivo y el desarrollo de la seguridad y autoconfianza que requiere para no aislarse.
Pueden convertirse en adultos dependientes y buscar relaciones que llenen sus vacíos.
Existe la posibilidad de buscar el cuidado y la protección a través de la pareja, como una forma no consciente de llenar un vacío emocional del pasado. Al no querer vivir de nuevo el abandono, pueden convertirse en personas dependientes de su pareja.
Odio irracional e injustificable hacia su padre, que se manifiesta principalmente en la adolescencia.
Sobre todo, cuando la información que reciben de la madre (directa o indirectamente) está relacionada con la desvalorización del padre, reproches o reclamos por asuntos de pareja que el niño no tendría por qué saber.
Pueden pensar que, si confían en alguien, éste alguien les hará daño.
Su lógica infantil lo puede llevar a sentir que aquel en quien confía terminará abandonándolo o traicionándolo. Puede crear una armadura que le impide fluir emocionalmente y estar a la defensiva la mayor parte del tiempo.