El vello en mis axilas es parte de mi esencia femenina y lo muestro con orgullo

Hay quienes sostienen que vivimos en una época en donde somos más “libres”. Sin embargo, me parece que aún nos falta mucho para poder abrazar a plenitud este término. Aunque en este escrito no voy a definir y detallar el concepto “libertad”, sí quiero compartirles lo que significa para mí y cómo ha fortalecido el amor propio, al igual que la relación con mi cuerpo, especialmente con el vello corporal. Este tema vuelve a ser tendencia a partir de una publicación que compartió la hija de Madonna en su cuenta de Instagram, en la cual mostraba sus axilas peludas. La mayoría de las personas que han visto esa publicación destilaron insultos, opiniones y comentarios violentos sobre el cuerpo de una mujer que se siente muy cómoda con algo que es natural en la especie humana.

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Cuando leí los comentarios a mi mente vinieron dos preguntas: ¿qué les hace pensar a las personas que pueden opinar sobre el cuerpo de los demás? ¿por qué les causa tanta repulsión algo tan normal que todos tenemos? Creo tener las respuestas a estas preguntas y abundaré más desde mi propia experiencia.

En general, creo que se ha normalizado utilizar el derecho de “libertad de expresión” para opinar sobre ciertos temas y así justificar decir lo que sea que esté pasando por nuestra cabeza. Este término lo han sacado de contexto y nada tiene que ver con eso. Es usual ver que se emiten opiniones no solicitadas solo porque tenemos derecho a hablar y manifestarnos. También se piensa que todas las opiniones deben ser aceptadas, aunque atenten contra la dignidad humana. Emitir opiniones o juicios no solicitados es violencia, más aún cuando se usan palabras de odio.

¿Por qué les causa tanta repulsión a las personas ver una mujer con sus axilas peludas? Sencillo, porque nos han enseñado que solo los hombres llevan sus axilas con vellos y las mujeres no. Por tanto, toda mujer que decida dejarlos crecer es una "cochina" que tiene problemas con su higiene. ¡Esto es falso! Si realmente fuera un asunto de higiene, entonces los hombres también tendrían que eliminar los vellos de sus axilas y de todo su cuerpo.

Eliminar los vellos de las axilas nada tiene que ver con la higiene personal.

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Por definición la higiene personal implica medidas de cuidado y limpieza para evitar enfermedades que perjudiquen nuestro bienestar. Se ha querido presentar un cuerpo libre de vellos como un requisito de higiene personal, cuando en realidad son estándares de belleza que aplican solamente a las mujeres. En general, está bien visto que los hombres tengan su cuerpo cubierto de pelos pero las mujeres tienen que tener la piel de seda, sin acné y lo más parecida a unas nalguitas de bebé. El único estándar para los hombres es el vello de la cara y no hay ningún problema si deciden tener una barba frondosa o todo lo contrario. Nosotras las mujeres somos bombardeadas desde temprana edad con productos y tratamientos para deshacernos de los pelos de las axilas, el abdomen, las piernas y las zonas íntimas.

Hacer visible el vello corporal es un asunto de elección individual.

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En abril de este año, en medio de la pandemia del coronavirus, decidí dejar crecer los vellos de mis axilas. Si bien era el momento perfecto, pues nadie las vería, fue una etapa reflexiva sobre la relación con mi cuerpo. Y así fue que todo comenzó. Desde pequeña recuerdo que mi vello corporal era duro y oscuro. Cuando llegó el momento de afeitarme las piernas –ritual oficial del inicio de la adolescencia–, me di cuenta que mis piernas no quedaron sedosas y lindas como me mostraron en el anuncio de televisión. Y ni hablar de la osadía del bikini line. El picor, el ardor, las erupciones, los poros brotados, en fin, no era nada agradable el proceso de eliminar el vello. Utilicé desde las rasuradoras más costosas hasta las cremitas que lo eliminaban en cinco minutos y el resultado seguía siendo el mismo.

La belleza no tiene que costar dinero ni sufrimiento.

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De adulta me depilaba con cera con la intención de que durara más tiempo, pero más perpetuaba el dolor del proceso, que hasta en ocasiones me sacó sangre. Gasté dinero en sesiones de láser y sometí mi cuerpo a un dolor completamente innecesario. A medida que iba creciendo, poco a poco, hacía las paces conmigo misma. Intentaba no ser tan dura. Me miraba al espejo y aunque a cuentagotas, admiraba lo que veía. Con estrías, con “libras de más” y por supuesto, con mis pelos. El tanque del amor propio se llenó de combustible. Empecé a tener paz y a sentirme libre en mi propia piel.

Nosotras tenemos el poder de decidir cómo queremos vivir y deseamos mostrarnos al mundo.

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“Ay, estas mujeres solo quieren llamar la atención”, “son unas cochinas”, “esas cosas no generan cambio”, “¿qué ganan dejándose todos los pelos del cuerpo?” “¿qué es lo próximo, no usar desodorante?”, son algunos de los comentarios que he leído y escuchado sobre el tema. La mayoría de las mujeres que han comentado están entre las edades de 40 y 50 años. El choque generacional es evidente y muchas veces es un bloqueo para desarrollar conversaciones saludables que les permita compartir sus perspectivas sin necesidad de imponer una sobre la otra. Entonces, ¿cómo se puede manejar esto de una manera saludable? Simple, se trata de entender que, el tema del cuerpo es un asunto de elección individual. Una mujer que decide dejarse los vellos en sus axilas o en cualquier otra parte de su cuerpo, y se siente feliz, libre y cómoda de hacerlo, merece el mismo respeto que se le brinda a quien prefiere hacer lo opuesto. Si hay féminas que tienen una experiencia distinta a la mía, y se sienten cómodas, libres y felices sin un vello en su cuerpo, ¡enhorabuena! Podemos coexistir en este mundo.