Tener hijos es una experiencia muy linda y también de gran responsabilidad. Es importante que no pierdas de vista que en nuestras manos está gran parte de su formación y educación. Si esto se da de forma adecuada será un punto de garantía para su sano desarrollo físico, mental y emocional. Así que vale la pena. ¿No crees? Las responsabilidades de mamá casi siempre nos exigen congruencia, constancia e incluso renunciar a hábitos inadecuados, creencias limitantes y experiencias dañinas que podrían afectar el desarrollo de los niños. Son renuncias que debes enfocar en la ganancia, de esa manera lo harás convencida de que tu esfuerzo vale la pena porque rendirá frutos en tus hijos. Hay cosas que pueden hacer mucho daño y que, aunque no sean intencionales, debes tomar en cuenta.
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Cada vez que te cuestionas una acción antes de llevarla a cabo te estás dando la oportunidad de analizar si lo que vas a hacer con tus hijos es algo que los ayudará a crecer emocionalmente o no. A veces las madres actuamos en automático porque los métodos de crianza son aprendidos y sentimos que si funcionaron con nosotros lo harán con nuestros hijos.
La regla número uno es que ubiques la personalidad de tus hijos y el contexto en el que están creciendo. Es sobre esa base que podrás decidir cuáles son las estrategias y métodos de crianza que más te funcionarán. Así que primero renuncia a lo que es evidente que no te está dando resultados y toma nota de lo siguiente.
Renuncia a tus viejos patrones de crianza disfuncionales y dibuja un nuevo mapa para tus hijos.
Me queda claro que ser mamá no es nada sencillo y que muchas veces podemos sentirnos al borde del precipicio o caminando en la cuerda floja. Sin embargo, ten en cuenta aquellas cosas que reconoces que no funcionaron en tu propia experiencia como hija y evita repetirlo. Ten en cuenta lo que sí funcionó para ti, pero para ellos no está teniendo los resultados que esperas. Puedes hacer uso de las experiencias que te ayudaron a crecer, pero desecha todo aquello que puede ser destructivo para su sano desarrollo.
Renuncia a tus malos hábitos, tus hijos imitarán todo lo que ven en ti.
No importa cuantos consejos les des o cuantas horas pases hablando con ellos sobre lo que deben hacer o sobre lo que no deben hacer. Tus hijos imitarán tus gestos, tu forma de hablar e incluso tu manera de enfocar la vida. Lo más importante siempre será lo que observen en ti. De manera que imitarán tus buenos hábitos y también los malos. Es muy importante predicar con el ejemplo y sobre todo que seas congruente. No puedes pedir algo que no das.
Renuncia a las expectativas que alguna vez depositaste en tu hijo y acéptalo como es.
Es muy importante que aceptes su personalidad y que respetes su forma de ser. Si tiene gustos diferentes al del resto de sus amigos o incluso tiene un temperamento con el que chocas o no entiendes, es importante que el sienta tu aceptación. Muchas veces aquello que vemos en nuestros hijos que nos lleva a sentir un corto circuito son proyecciones de asuntos no resueltos en ti. Así que se muy cuidadosa y no des el mensaje equivocado de rechazo. El tiene una esencia que debes respetar.
Renuncia a tu necesidad de mostrarles tu amor haciendo todo por ellos.
No confundas el amor a tus hijos con la sobreprotección. Quizá muchas de nosotras, provenimos de un estilo de crianza un poco más autoritario y estricto. Los tiempos eran otros y quizá nuestros padres no tenían acceso a la cantidad de información sobre crianza que ahora sí tenemos y mucha de esa información es clara en los efectos que produce la sobreprotección en los hijos. Ten cuidado y evita compensar tus carencias afectivas o materiales haciendo todo por ellos o dándoles todo sin que hagan ningún esfuerzo.
Renuncia a cualquier tipo de adicción que tengas, es importante que vean en ti mucha fuerza de voluntad.
Desde una adicción al cigarro o a cualquier sustancia, hasta una a la comida o al trabajo, por ejemplo, implican dependencia. Recuerda que tus hijos aprenden de ti y te están observando todo el tiempo. Si quieres que crezcan sanos física, mental y emocionalmente, es sumamente importante que les reflejes lo mismo. De tu propia salud mental, física y emocional depende la de ellos. Haz un esfuerzo y abandona toda conducta adictiva por amor a ellos.
Renuncia a cualquier relación codependiente o de maltrato.
Muchas veces en el afán de querer tener a la familia intacta con la creencia de que es por el bien de los hijos, puedes permitir todo tipo de maltrato, sobre todo el de tu pareja. Debes considerar que tus hijos también aprenden del modelo de relación que observen en casa y podrían vivir el maltrato en función de repetirlo en su vida futura, ya sea como víctimas o victimarios. Toma las riendas de tu vida y aunque no es fácil, intenta pedir apoyo profesional. Hazlo por amor a ellos.
Renuncia al falso paradigma de la madre entregada y abnegada, esto no les hará bien.
La falsa creencia de que la maternidad debe estar basada en una entrega absoluta que impida tu desarrollo en otras áreas, con la intención de dedicarte en cuerpo y alma a tus hijos, es un enfoque del pasado e incluso proveniente de la cultura machista. La abnegación no te hará mejor madre y la entrega absoluta tampoco. Es importante que tus hijos observen en ti tu fuerza, tu motivación y tus logros personales. Esto es lo que aprenderán de ti.
Renuncia a la idea de que tus hijos te pertenecen, algún día elegirán su propio camino.
Nuestros hijos son una oportunidad maravillosa que nos da la vida para tener una familia y disfrutarla en cada una de sus etapas. Es también una oportunidad para formar seres humanos de bien que contribuyan con su granito de arena a la humanidad. Pero siempre debes tener presente que algún día tomarán sus decisiones, abrirán sus alas y volarán. No puedes crear proyectos que sólo les corresponde a ellos elegir.
Renuncia al método antiguo de las nalgadas, hoy hay mejores caminos en la crianza.
Sé que es una forma tradicional de educación y que aún es una estrategia defendida por muchos. No es mi intención cuestionar tus formas de crianza, sin embargo, hay mucha información actualizada que habla de la importancia de la crianza saludable y libre de agresiones físicas o verbales. Es importante que te des la oportunidad de probar otros métodos ya que los resultados serán muy positivos a la larga.
Renuncia a la necesidad de controlarlos, una cosa es la supervisión y otra la vigilancia.
Si crees que la mejor manifestación de amor hacia tus hijos implica decirles qué hacer, cómo hacerlo, qué camino elegir y cómo caminarlo, estas muy equivocada ya que solo estarías evitándoles las experiencias que deben atravesar para madurar, adquirir autoconfianza y seguridad en sí mismos. El control te puede dar una aparente tranquilidad, pero a ellos puede perjudicarlos en el desarrollo de su autonomía y confianza ante el mundo.
Renuncia a las alianzas dentro de la familia y trata a tus hijos por igual.
Es posible que te identifiques más con alguno de tus hijos o que te sientas más en sintonía con uno que con otro. Esto puede ser por que chocan debido a sus personalidades o porque te reflejan lo que no te gusta de ti. Es mejor que lo identifiques, lo aceptes contigo misma y lo asumas poniendo manos a la obra buscando apoyo y orientación para manejarlo contigo misma. Crear bandos en casa sería un grave error ya que podría afectar el amor propio en tus hijos y sentirlo como un rechazo.
Renuncia a la idea de la madre perfecta, se una madre feliz y disfruta tu maternidad.
Buscar la perfección es un acto imposible porque puedes caer en la sensación de que nunca será suficiente hagas lo que hagas y estar en autoexigencia permanente. Es importante que te instruyas, que te actualices, que aprendas sobre crianza positiva y que construyas tu mejor versión para ti y ellos. Sin embargo, es un camino que debes disfrutar y degustar ya que el recorrido será largo, pero debe resultarte mágico a pesar de los pormenores del trayecto.
Renuncia a la necesidad de meterlos en una burbuja llena de puros halagos, creyendo que es por el bien de su autoestima.
Si piensas que los halagos son los que nutrirán la autoestima de tus hijos estás muy equivocada. La sobrevaloración a sus logros puede resultar en una sobredosis de ego lo cual los puede volver egocéntricos e incluso narcisistas. El amor propio lo irán desarrollando con tu acompañamiento, pero también deben aprender de sus fracasos para poder conocer la experiencia del éxito e incluso vivir la cultura del esfuerzo.
Renuncia a la idea de que debe ser un super niño con poderes especiales.
Muchas veces en el afán de criar hijos exitosos para la vida podemos llenarlos de actividades extraescolares y de conocimientos innecesarios para su etapa, con la ilusión de que se convierta prácticamente en un niño super dotado. Sin embargo, debes guardar un equilibrio entre sus necesidades de niño y tus necesidades de madre orgullosa. No los sobrecargues de responsabilidades académicas o extraescolares, enfócate en lo que necesitan para ser felices y recuerden una infancia feliz.
Renuncia a la necesidad de competir con otras madres, tu hijo no es ni será ningún trofeo.
Este punto va muy de la mano con el anterior. Una madre que busca sentirse orgullosa de sus hijos podría cruzar la línea entre impulsarlos y motivarlos para ser mejores en lo que se propongan y entre el hecho de exigirles para no perder un estatus de madre perfecta que llena las expectativas dejando a un lado las necesidades del niño.