Los hábitos emocionales se forman con la repetición y la práctica constante. Además, se convierten en la brújula que le da sentido de armonía y seguridad a tus hijos. Un hábito saludable se convierte en una rutina que fomenta su salud emocional y les da la estructura que requieren para comenzar el camino del autocuidado y del amor propio. Para ello, es básico tu seguimiento y supervisión ya que esto ayudará a que con el tiempo cada hábito forme parte de su día a día y lo repliquen sin necesidad de que estés siempre presente. Algo muy importante es que no se los inculques como si fueran robots. Ellos necesitan saber el por qué y el para qué de cada acción saludable para que la lleven a cabo con convicción. Aquí puedes tomar nota de cuáles son los hábitos saludables que no deben faltar en la formación de tus hijos.
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La formación de hábitos emocionales saludables en tus hijos requiere de tu paciencia, constancia y congruencia. No pidas que aprendan a hacer algo de la noche a la mañana ya que requieren de un seguimiento apegado desde el ejemplo y la armonía que les proporciones.
Es por ello que tú también debes respetar la estructura acordada y evitar en la medida de lo posible hacer cambios drásticos que puedan afectar el esquema al que se están acostumbrando y adaptando. No significa que no puedas ser flexible, aunque sí es necesaria la consistencia para no crearles confusión o incertidumbre.
Permíteles gestionar sus emociones en un espacio especial para ello.
Tus hijos necesitan sentirse con derecho de expresar sus emociones con libertad, pero al mismo tiempo con fronteras y límites, ya que deben habituarse a hacerlo de la forma indicada y en el lugar adecuado. De esta forma aprenderán a comunicarse asertivamente. Si tú creas un espacio especial en casa en el que puedan tener sus momentos de descarga o catarsis “sabiendo que está prohibido agredir u ofender”, comprenderán que la emoción puede salir sin necesidad de herir a nadie.
Es importante que tengan el hábito diario de la gratitud.
Si guías a tus hijos a que encuentren algo que tengan que agradecer durante el día, enfocarán su pensamiento a aquello que sí tienen y esto resaltará sobre aquello que ellos podrían pensar que les falta. De esta manera restarán importancia y atención a la carencia, validando, disfrutando y conectándose con el momento presente. La intención de ello es que no caigan en la sensación de que nunca es suficiente y creen vacíos internos que les impidan vislumbrar los regalos de la vida. Haz hincapié en la unión familiar, en la vida misma, en su salud y en sus capacidades.
Enséñales a evitar juicios hacia las personas, partiendo de la práctica de la empatía.
Fomentar el hábito de la empatía y la tolerancia a lo diferente implica que evites hacer críticas destructivas frente a ellos o incluso hacia ellos. Esto no significa que siempre van a estar de acuerdo con todos, pero sí pueden diferenciar el hecho de respetar el punto de vista de otros, las decisiones y su propio derecho a pensar de forma diferente. Pero no por ello juzgarán a quien no vea la vida como ellos la ven. Este hábito requiere de tu ejemplo e intervención cuando notes que están criticando, juzgando o señalando aquello que es diferente.
Fomenta el hábito de la ayuda y cooperación, esto evitará que se vuelvan egoístas.
No se trata de que se vuelvan rescatadores o salvadores, pero sí de que pongan su granito de arena y descubran que el trabajo en equipo siempre aporta a lograr un mundo mejor. Puedes guiarlos a realizar labores como trabajo social en determinadas instituciones o incluso ayudando en casa con las tareas domésticas. Es importante que hagas hincapié en ejemplos que les permitan entender los efectos que este hábito puede tener en otros y en ellos mismos. Recoger la basura, no contaminar, contribuir a salvar el planeta es parte de ayudar y cooperar para el bien común.
Fomenta el hábito de la compasión, de esta forma sentirán amor por lo que les rodea.
El rencor, el resentimiento y el odio que se ve reflejado en las guerras es algo que se podría evitar si desde pequeños fomentamos la compasión en nuestros hijos. El amor a la naturaleza, el amor a todos los seres vivos y a la vida es algo que depende de la formación que les des al respecto. Tus hijos pueden amar a los animales, a los árboles y al aire que respiran en el momento en el que los acercas a ello. Sembrar un árbol, adoptar una mascota y evitar usar el automóvil en la medida de lo posible les ayudará a generar ese hábito en sí mismos.
Fomenta el hábito del altruismo, es muy importante que ayuden a los más necesitados sin sentirse superiores.
Algo muy importante en la formación de este tipo de hábito es que la ayuda que brinden no provenga de un sentimiento de superioridad basado en un pensamiento de “yo sí tengo y tu no”. La verdadera ayuda es de un sentimiento de igual a igual, sabiendo que todos los seres humanos somos valiosos y dignos de ser apoyados. Así sabrán reconocer el dicho que dice que “hoy por ti y mañana por mí”.
Fomenta el hábito del juego y la capacidad de disfrutarlo, eso ayudará a que vivan en el presente y conserven lo mejor de su niño interior.
El hábito del juego es uno de los más importantes para su desarrollo, ya que además de fomentar su creatividad e imaginación, les permite divertirse, reírse y despertar la capacidad de asombro. También, el juego cuando es simbólico siempre es catártico y les permite poner fuera de sí todas sus preocupaciones. Incluso pueden practicar sus habilidades y desarrollar sus capacidades desde un entorno lúdico que les da la oportunidad de probar diferentes mundos y roles desde la fantasía. De esta forma, podrán contactar a su niño interior saludable cuando ya sean adultos y así encontrar el lado divertido y agradable a las cosas.
Fomenta el hábito del orden, no sólo por limpieza sino también porque eso le da orden a su mente.
Además de que es un hábito importante en cuestiones de higiene y limpieza de su espacio, también es les ayudará en su futuro ya que es una forma indirecta de acomodar la mente y deshacerse de los obstáculos que impiden el libre paso en su vida. Si ellos se acostumbran a tener un orden especial en sus pertenencias, desechando lo que no les sirve, también aprenderán a no crear apegos que les impidan tomar decisiones para avanzar en la vida. Es por ello que el orden representa el manejo adecuado del caos en su vida futura.
Fomenta el hábito de la perseverancia, es importante que luchen por lo que quieren y no se den por vencidos fácilmente.
La perseverancia no significa aferrarse, pueden intentar lo que quieren y también debes ayudarles a aceptar cuando aquella meta no es realista o requiere de tiempo para lograrla. Esto ayuda a que el hábito de la perseverancia se tome con calma y sin desesperación. La paciencia es fundamental en ello así que de nuevo debes ponerles el ejemplo. Además de hacerles saber que cuando un camino no los lleva a donde quieren llegar, deben intentar otras rutas y ser tú quien los guie.
Fomenta el hábito de la tolerancia a la frustración, de esta forma aprenderán la aceptación del fracaso.
La aceptación no es lo mismo que la resignación ya que la aceptación viene después de haber comprendido el aprendizaje que a veces puede dejarles un fracaso. Para ello es importante que descubran con diferentes experiencias que no siempre serán el primer lugar en algo y que a veces deben ceder ese espacio a quien se lo merece. No porque ellos no lo merezcan sino porque la vida está llena de momentos en que se gana o se pierde, pero eso sí, siempre se aprende.
Fomenta el hábito de las manifestaciones de amor a sus seres queridos para que aprendan a validar a otros.
El desarrollar en ellos el hábito de ser detallistas con los demás tiene repercusiones muy importantes en su vida futura ya que es la manera en la que también aprenden a reconocer y validar a otros. Cuando tienen un detalle genuinamente amoroso, están viendo el brillo en cada persona y además reconocen la admiración que sienten por otros. Esto implica la formación del hábito del compañerismo y la validación como algo que siempre va a enriquecer las relaciones con otros.
Fomenta el hábito del autocuidado de la salud.
Aquí entran todas las rutinas de higiene, de calidad de sueño, de alimentación y de estímulos saludables del entorno. Es muy importante que tus hijos desarrollen la autoprotección como una base de amor propio ya que en la medida que se cuiden a sí mismo se estarán demostrando respeto. En este hábito se requiere mucha supervisión y una estructura que les indique cómo hacerlo. Es decir, horarios, tiempos e instrucciones específicas que les permitan desde la repetición formar una rutina.
Fomenta el hábito del deporte y el movimiento.
Es sumamente importante el deporte porque más allá de la salud física también incrementa el estado de plenitud y felicidad. Está comprobado que la salud mental está relacionada con el deporte, ya que los neurotransmisores que se estimulan a través del movimiento dan la sensación de bienestar físico y mental al igual que evitan la depresión a corto y a largo plazo. Así que es de los hábitos emocionales que nunca pueden faltar en ellos, sobre todo en la etapa de la adolescencia.
Fomenta el hábito del espacio personal que les permita tener una adecuada autorregulación emocional.
Tus hijos deben aprender a autorregular sus emociones, de esta forma tendrán la inteligencia emocional suficiente en su vida adulta. Hoy día los expertos dicen que el verdadero éxito de un ser humano se fundamenta y puede estar determinado en el manejo adecuado de las emociones durante la vida adulta, ya que esto abre oportunidades que les permiten comunicarse mejor, ser mejores líderes y al mismo tiempo ser empáticos con los demás.
Fomenta el hábito de la lectura y el tiempo en familia para crear un sano intercambio de opiniones.
La lectura siempre los ayudará a adentrarse al mundo de la imaginación y a desarrollar sus capacidades creativas. Si tus hijos son más auditivos que visuales puedes ponerles audio libros o puedes meterlos a clases de teatro, de manera que conozcan la historia desde su propio canal de aprendizaje. Lo importante de este hábito es que aprovechen para hacerlo en familia y así más que un momento de obligación, se convierta en sana convivencia.