Hoy más que nunca necesitamos romper con las barreras disfuncionales de la educación tradicional que impiden la libre expresión y la libertad de ser de los niños. Al mismo tiempo necesitamos encontrar el balance ideal para permitirles ser ellos mismos, formándolos desde los límites necesarios para que no se sientan a la deriva en la vida. A veces queremos brindarles a nuestros hijos tanta libertad que nos olvidamos que necesitan una brújula que les enseñe el camino. Por ello, acá te muestro las diferencias más importantes entre castigarlos y ponerles límites.
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Algo que siempre debes tener en cuenta es que un niño está en formación y sobre todo está aprendiendo lo que tu supiste con el tiempo, experiencia y madurez. Eso significa que tu hijo aún no tiene la capacidad de discernir y por lo tanto no puedes soltarlo a la deriva en nombre de la libertad.
Educar desde los límites es necesario y por supuesto hay diferencias en el uso de los castigos tradicionales, sobre todo en la intención y el mensaje que se da a dicha acción. Sin embargo, recuerda que el hecho de no castigar a tus hijos no significa que no deban tener marcadas las fronteras formativas.
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El castigo tiene una intención revanchista y el límite es una guía para medir los efectos de una acción.
Un castigo puede tener un tono vengativo aunque no sea tu intención. Muchas veces castigamos porque así lo aprendimos y repetimos la estrategia con nuestros hijos. Así que frases como: ‘Ahora para que aprendas… o ahora para que te quejes con motivos…’ son el preámbulo de un castigo. Poner un límite es algo diferente porque implica mostrar que cada acción tiene un efecto importante sin necesidad de la intención revanchista.
Recomendación : El límite debe ir acompañado de una pregunta reflexiva.
Invítalo a pensar en la gama de posibilidades de lo que puede pasar si toma una decisión. En lugar de empezar con una frase de castigo como las que te mencioné, hazle preguntas como: ¿Por qué crees que lo que decidiste hacer hoy fue inapropiado? Con esto lo estás invitando a que reflexione sobre su conducta y te dé las respuestas de lo que él va comprendiendo desde su nivel de entendimiento. Ahí es cuando puedes orientarlo más allá del regaño y colocar el límite porque es el momento adecuado.
El castigo no está relacionado con la conducta que quieres orientar o encausar y el límite sí.
No importa la edad que tenga tu hijo, el límite debe estar relacionado con la falta cometida. Esto significa que si tu hijo decidió no entregar una tarea escolar deberá asumir la consecuencia académica, sumado a una propuesta de resolverlo haciéndola. Si tu hijo rompió algo deberá encontrar la forma de repararlo o reponerlo. Si tú le retiras un privilegio debe estar relacionado con la acción o falta cometida, ya que de lo contrario no aprendería nada a raíz de la acción tomada.
Recomendación: Para que el límite cumpla el objetivo formativo, pregúntale opciones de resolución ante el problema.
Es importante que el compromiso de resolver la falta provenga de su propio pensamiento o análisis y que haga el esfuerzo pertinente para reparar el daño. No importa si fue una falta académica, una forma inapropiada de comunicarse o incluso si rompió algo. El verdadero límite implica una invitación a pensar en una solución y un compromiso de afrontarlo.
Un castigo puede ser ofensivo y visceral, un límite se pone en condiciones emocionales óptimas.
Somos un modelo que nuestros hijos tarde o temprano imitarán porque están aprendiendo de nosotros. Siempre te he recalcado la importancia de que debemos ser congruentes y consistentes. Dar lo que pedimos es la clave de que la relación formativa sea saludable. Si no estás en condiciones emocionales, mejor espera, respira y después encuentra la manera de estar tranquila para poner el límite pertinente.
Recomendación: Haz un tiempo fuera cuando sepas que estás a punto de explotar y ofender.
Tú eres el adulto en esta relación, la persona responsable de la educación emocional de tus hijos y eso implica un gran compromiso con la formación de tus hijos. No desquites tus emociones contenidas o reprimidas con ellos. Si bien las madres somos seres humanos emocionales y también tenemos derecho a enojarnos, eso no nos da el derecho de perder el control con ellos o frente a ellos. Así que cuando no te sientas lista emocionalmente para resolver el problema desde una posición saludable mejor espera a guardar la calma.
Un castigo es inconsistente y te puede llevar al arrepentimiento, un límite es congruente y consistente.
Esto significa que muchas veces puedes castigar desde la rabia y después no cumplirlo porque ya te tranquilizaste y reflexionaste. Algo así como: No irás al campamento por lo mal que te has portado y en día del campamento le permites asistir. Esto es confuso e incluso se presta a que tus hijos no confíen en tu palabra e incluso puedan tener actitudes manipulativas.
Recomendación: Antes de reaccionar castigando, piensa en el límite de la consecuencia lógica.
Retira de tu vida como mamá el mal hábito de reaccionar e imponer con la intención de educar desde el miedo. Si tu amenazas con ciertos castigos, tendrás que cumplirlos porque de lo contrario estarías siendo poco confiable. Por ello, lo mejor es que antes de poner los límites pienses en la consecuencia de la acción cometida. Por ejemplo, puedes decirle algo así:’ Si no respetas el horario de videojuego tendré que retirarlo’. Y si es el caso, lo retiras porque eso fue lo que acordaste.
El castigo es arbitrario e incluso desproporcionado, el límite es en función de lo que ocurre en el momento.
Lo que puede volverlo exagerado es el hecho de que vas acumulando acciones para reventar en un castigo que le recuerde las mil acciones inapropiadas de semanas anteriores. Como si estuvieras guardando todo para después canjearlo a manera de cupón y evidentemente esto no es funcional. Así que evita guardar eventos para después echarlos en cara a tus hijos. Enfócate en las actitudes del momento y así serás justa con lo que pasa.
Recomendación: Sé consciente de la magnitud de la acción o falta cometida por tu hijo y sé justa.
Para que tengas esto claro, recuerda que necesitas estar en condiciones emocionales para que no te dejes llevar por las reacciones viscerales y sepas responder de la forma adecuada ante la situación. Poner el límite ante cualquier acción requiere que no te excedas en la consecuencia. Si tu hijo no recogió su recámara debe resolverlo, pero no por ello lo castigarás durante un año.
Cuando emites un castigo es porque tomas las cosas de manera personal, cuando pones un límite comprendes.
Te reitero que tú eres el adulto en la relación con tu hijo, así que es importante que te quites la idea de que tu hijo hace las cosas para molestarte ya que todo lo que hace lo hace porque está aprendiendo de la vida y a relacionarse con el mundo desde diferentes conductas. Por lo tanto, aunque pareciera que lo hace por rebelión, en realidad solo está probando diferentes formas de relacionarse.
Recomendación: Evita la lucha de poderes y ponte en los zapatos de tu hijo.
La lucha de poderes está regida por el mensaje de ‘veamos quién gana o veamos quién puede más’. Si tú te prestas a ello estarás lastimando la relación con tu hijo con tal de imponer dominio y un falso mensaje de autoridad. Es muy importante que no intentes mostrar un lado de poder sobre él. Te funcionará mucho más el hecho de ser empática y comprender que cada etapa que viva actuará de acuerdo a su personalidad y a sus necesidades formativas. Lo hace no es para molestarte sino para llamar tu atención.
Un castigo impide el desarrollo del pensamiento crítico de tus hijos, los límites lo fomentan.
Cuando castigas a tu hijo le impides concentrarse en la verdadera esencia del problema ya que toda la atención se deriva a la frustración, al enojo e incluso al berrinche en lugar de dirigirse a la reflexión, al desarrollo de la capacidad de decidir y al pensamiento crítico. Tu hijo puede estar tan molesto que solo recordará el momento desagradable entre él y tú pero jamás aprenderá verdaderamente de ello.
Recomendación: Después del límite, acostumbra preguntar: ¿Qué quieres hacer la próxima ocasión para evitarte esta consecuencia?
Es muy importante que tu hijo resuelva el problema en el que se metió, pero que también reflexione sobre las posibilidades futuras y aprenda a decidir de forma más asertiva. Si tú lo invitas a visualizar opciones o alternativas, tendrá mucho más orientación y guía para saber cuáles podrían ser las formas adecuadas de responder ante las diferentes circunstancias de la vida. Así su reflexión desarrollará su criterio y su pensamiento crítico ante las situaciones que vive a diario.
Un castigo puede fomentar actitudes agresivo pasivas y un límite fomenta convicción y valores.
Si tu hijo se siente agredido con los castigos es posible que vaya acumulando mucha rabia y busque maneras indirectas de desquitarse. De esta forma quizá te diga que sí a todo lo que le pidas, pero no lo haga o sea aparentemente obediente contigo pero te das cuenta que hace lo contrario a lo que te promete. Es por ello que debes implementar un límite libre de ofensas, incongruencias e incluso inconsistencias, para que practique los valores que le inculcas por convicción y no meramente por obligación.
Recomendación: Si aplicas los consejos anteriores , tu hijo practicará los valores porque quiere y no porque lo impones.
Recuerda que lo más importante es el tono y la forma de lo que transmites. Debes encontrar tu centro y evitar explotar con ellos. Haz uso de herramientas sanas de descarga emocional y confronta la situación cuando te sientas neutra y con capacidad de paciencia y tolerancia. No olvides guiarlo con preguntas y respeta sus opiniones, aunque no estés de acuerdo. Comprende sus etapas y acompáñalo con seguridad y protección en su desarrollo.
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