"¡Te falta experiencia, estás muy pequeña!", decía mi abuela. Recuerdo que cuando era niña, mis sugerencias y opiniones casi siempre eran ignoradas o no eran tomadas en serio. Sí, causaban ternura y una pequeña caricia a mi cabello, pero en realidad no eran tomadas en cuenta por el simple hecho de que era una niña. A veces tenemos la idea errónea de que un niño por ser niño no tiene derecho a opinar, o que su falta de experiencia provoca que no sepa cómo hacerlo. No descalifiques las capacidades de tus niños, pero sobre todo, no les impidas las ventajas que puede traer a su desarrollo el hecho de que tomes en cuenta su opinión. Acá te cuento por qué.
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Desde desarrollar la capacidad de poner límites, hasta el desarrollo del pensamiento crítico, y sobre todo la seguridad para perseguir sus metas, son algunas de las muchas ventajas que ayudaran a tu hijo a desarrollar la seguridad y autoconfianza.
Así que como podrás notar, no es solo el hecho de darles la oportunidad de ser escuchados, sino que también se convierte en tu responsabilidad formativa, ya que, de esta forma, lo estarás impulsando a luchar por el derecho fundamental de la libertad de expresión.
Le das el mensaje de que es importante y valioso y que tiene el derecho de ser escuchado.
La escucha activa hacia tus hijos, implica que les prestes total atención durante el tiempo que requieren de ti. Puede que sus ideas te resulten demasiado fantasiosas o llenas imaginación, sin embargo, lo que cuenta es el entusiasmo con el que te lo platican.
No limites su capacidad creativa con exceso de realismo y hazle preguntas que lo inviten a reflexionar.
Escúchalo y hazle saber que su propuesta es muy interesante y para aterrizarla o hacerla realista, pregúntale: ¿Tú cómo le harías si tuvieras el mismo problema? Y apórtale lo que a ti se te ocurre también para que de dos sugerencias hagan una sola.
Cuando lo escuchas sin juzgar, aprenderá a confiar en ti.
Sabrá que estás para él en las buenas y en las malas y no se limitará a platicarte lo que sea que le suceda. Eso sí, debes de tener mucho cuidado con tu lenguaje corporal y evitar todo tipo de gesto que indique desaprobación o rechazo de la comunicación.
Míralo a los ojos y no lo interrumpas, deja que te dé su opinión de forma libre y fluida.
Uno de los secretos más grandes de las buenas relaciones entre padres e hijos, consiste en la escucha incondicional y libre de todo juicio. Puedes no estar de acuerdo, pero por favor, espera a que termine de hablar para dar tu punto de vista y toma lo mejor de aquello que te propone.
Ayudas a que cada día sea mucho más creativo en la búsqueda de soluciones.
Dar una opinión requiere de todo un proceso cognitivo que implica el análisis de las opciones viables para resolver un problema o enfrentarse a un reto. Esto ayuda a que ante situaciones de estrés no se le cierre el mundo y sepa que siempre existe una solución.
Haz un ejercicio continuo de pedirle que piense en tres opciones de solución.
Aunque el te dé un solo punto de vista, hazle saber que ayudará mucho si buscan entre muchas opciones, esto lo ayudará a desarrollar su capacidad resolutoria ante los desafíos y le entusiasmará como si estuviera resolviendo un acertijo.
Será un entrenamiento para la toma de decisiones.
Si tu hijo aprende a analizar los pros y los contras de una situación, estará aprendiendo a filtrar lo favorable o desfavorable de una situación. Además, a través del pensamiento, la imaginación y tu ayuda oportuna, aprenderá a medir las consecuencias de cualquier decisión.
Pregunta ¿cuáles son las cosas buenas y las no tan buenas de hacer esto que se te ocurrió?
De este modo sabrá que estás tomando en cuenta sus ideas y que te interesa ponerlas en práctica siempre y cuando sean viables. El irá descubriendo dicha viabilidad por sí mismo y no porque tú lo frenes ante su idea. Deja que atraviese el proceso por sí mismo.
Es una forma de que reconozca y aplique la libertad de expresión.
¿Sabías que la Convención de los Derechos del Niño reconoce en su artículo 12 y 13, el derecho de los niños a expresar su opinión? Y es que al ser una forma en la que aprenden a comunicarse, se convierte en un aspecto fundamental para su sano desarrollo.
Reitera que puede decir lo que piensa y que no lo juzgarás o castigarás por ello.
Siempre y cuando lo haga con respeto, es importante que sepa que será escuchado. Además, toma en cuenta que, si se siente coartado en su libertad de expresión, estará sujeto a los riesgos que representa el silencio,y callar lo podría volver vulnerabla ante los peligros.
Ayudas a que desarrolle el pensamiento crítico ante cualquier situación que deba resolver.
Si él aprende que casi todo tiene una solución, lo estarás impulsando al análisis como hábito necesario para filtrar cualquier información que le llegue. Y de esta manera sacará conclusiones favorables para todos los involucrados, aprendiéndo a ponerse en los zapatos de otros.
Si no sabe qué decir, motivarlo a pensar y a que proponga.
Motivarlo no significa que debas obligarlo, en realidad implica que te conectes con él, lo tomes de las manos y dándole mucha confianza le digas: "Me gustaría saber tu opinión, siempre tienes buenas ideas y si se puede, podemos probar con alguna de ellas".
Logra la capacidad de vencer los miedos a la desaprobación y toma riesgos.
Hablar de lo que pensamos representa ciertos riesgos ante el desacuerdo de otros. Sin embargo, así notará que en la vida hay diversidad de opiniones y que no por ello es válida la discriminación. Todos podemos aportar opiniones valiosas.
Si su volumen de voz es bajo, se pone nervioso o se bloquea mentalmente, ayúdalo a que se tranquilice.
Si miras esto como un entrenamiento para que adquiera seguridad en sí mismo, es importante que no lo presiones, a veces querrá hablar, a veces no. En realidad, se trata de que disfrute el hecho de ser escuchado, no de que se sienta forzado a hablar.
Al escucharlo, aprende a trabajar en equipo y a comprometerse con una causa.
Significa que su actitud ante la vida será mucho más activa y no tan pasiva. Es mejor que no sea solo un espectador. Si ayuda a encontrar soluciones, también sabrá trabajar en equipo y aportará algo al mundo.
Además de opinar sobre algún suceso, pregunta: ¿Qué te gustaría hacer?
Si siente compasión por alguna situación que observe en el noticiero o en su entorno, pregúntale qué opina y qué podría hacer para aportar algo positivo o nutritivo a esa situación. Puede ser desde una moneda a alguien necesitado como ofrecer apoyo a un amigo, por ejemplo.
Una opinión te puede dar pistas sobre sus intereses y es una forma de acercarte a tu pequeño.
A veces las madres creemos que sabemos todo acerca de nuestros hijos, pero casi siempre te dan sorpresas sobre algo que no conocías de ellos. Si aprendes a escuchar sus opiniones, notarás de inmediato entre líneas que sus puntos de vista te ayudan a conocerlos para orientarlos mejor.
Escucha cuando te dice “Yo haría …” porque ahí está tu clave para acercarte a él.
La información que te proporcione habla de su personalidad, de lo que le gusta, y lo que no le gusta. De esta forma podrás conectarte mucho mejor y por lo tanto sabrás por dónde llegarle con la comunicación.
Desde pacifista hasta revolucionaria, una opinión puede asomar ciertas tendencias probables de cómo percibe el mundo.
Si sabes escucharlos, sabrás darle los "consejos". Eso sí, no quieras convertirte en la madre que los sermonea señalando sus opiniones como buenas o malas, y repito, no intentes imponerle tus ideas porque la imposición lleva a la resistencia.
Ayúdalo a percibir un mundo en el que puede ser feliz, no permitas que se enfoque al pesimismo.
Cuando te dé una opinión pesimista o negativa, ayúdalo a encontrar el lado favorable, por ejemplo: ¿Para qué estudio matemáticas si no me gustan? Tú podrías contestar: Bueno, quizá los números no te agraden pero el reto te ayudará a demostrarte que puedes con esto y más.