Bebita nace “embarazada” de su hermanito gemelo en Barranquilla, Colombia

Los médicos no daban crédito a lo que veían sus ojos, cuando a través de una ecografía realizada a la colombiana Mónica Vega se dieron cuenta de que en su vientre había dos cordones umbilicales: el que le conectaba a su bebita , y otro que conectaba a su pequeña Itzmara con una masa dentro de su pequeño vientre. La bebita estaba embarazada de su propio gemelo.

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El fenómeno conocido como Fetus in fetu se da en uno de cada millón de embarazos, pero normalmente esa masa dentro del bebé no se desarrolla y sólo se descubre años después, cuando suele ser extirpada. En el caso de Itzmara, a la pequeña le tuvieron que realizar una cesárea tan sólo 24 horas después de su nacimiento para extraer así a su hermanito de su útero.

Mónica Vega no podía creer lo que le estaba ocurriendo.

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El fenómeno, conocido como bebé parásito, se da sólo en un parto de cada millón, por eso los médicos no podían creer sus ojos. La bebita de la paciente colombiana nació prematura, a las 37 semanas, y con sólo 24 horas de vida los médicos le prácticaron una cesárea para extirparle al hermanito gemelo de su vientre.

El problema llega cuando las células del embrión no se separan en el momento adecuado.

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Cuando una mujer queda embarazada de gemelos, las células se separan en la primera semana de gestación para así continuar su desarrollo en el útero de la mamá. Si estas se separan en la segunda semana, se corre el riesgo de que los bebés sean siameses.

En el caso del embarazo de Mónica Vega, las celulas de la pequeña Itzmara y su hermanito no se separaron hasta después de los 17 días de gestación, momento en el cual un embrión absorbió al otro.

El riesgo de que Itzmara no sobreviviera la cesárea era muy alto.

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Habiendo nacido de forma prematura y con sólo 24 horas de vida, Itzamara fue sometida a una cesárea para que "diera a luz" a su hermanito. El riesgo era muy algo, pues el cuerpo de la bebita no estaba totalmente formado y su constitución era muy frágil para sobrevivir una operación tan delicada. Sin embargo, la pequeña es toda una luchadora y superó la intervención, con lo que ya se recupera junto a su mamá.

El bebé parásito nunca llega a desarrollar ni un corazón ni un cerebro.

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Al sufrir la malformación genética, el embrión que es absorbido continúa alimentándose durante el período de gestación a través del cordón umbilical que le conecta al embrión que sigue creciendo de manera normal. Por lo tanto, ese protobebé acaba desarrollando extremedidades, un torso y una cabeza, pero no llega a desarrollar varios órganos internos, incluidos el corazón y el cerebro.

Un caso similar se dio en Honduras a finales de 2018.

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El Hospital Miguel Osorio anunció en diciembre de 2018 que había registrado el primer nacimiento de un bebé parásito en 25 años. En ese caso, el bebé parásito había desarrollado medio cuerpo fuera del bebé que nació completamente desarrollado, por lo que también hubo que someter a la recién nacida a una complicada operación para separar a su hermanito de su cuerpo.