Cuando eres madre inexperta, estás al acecho de muchísimas aportaciones que te harán todas los conocedores que están alrededor, también serás presa de muchas emociones encontradas y temores naturales. Y que quede claro que con esto no quiero desacreditar las buenas intenciones de aquellos que te quieren pasar sus experiencias. Seguramente la abuela, tu mamá o tus amigas quieren ayudarte con el corazón y quieren evitarte toda posible angustia. Sin embargo, no olvides que cada bebé es diferente y que cada quien te hablará desde su propia perspectiva y vivencia.
Por otro lado, también está el caso de que, en esta era tecnológica, a muchas mamitas se les hace muy sencillo consultar a Dr. Google y obtener respuestas inmediatas, pero ¡ojo! ya que por muy inmediatas que sean, no serán respuestas profesionales. Y qué te digo de todas las cosas que hacemos o dejamos de hacer por creer que la maternidad es un estado de retiro o también cuando confundimos la protección con sobreprotección o cuando de lo único que hablamos es de nuestro bebé. ¿Te suena conocido?
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Por lo pronto, métete en la cabeza que lo mejor es que antes de llevar a cabo cualquier idea, sugerencia o tip que te hayan transmitido, confirmes, repito: CONFIRMES con el pediatra. Los bebés son muy vulnerables en temas de salud y de maduración, por lo que cuidar y criar a tu bebé es una enorme responsabilidad porque en tus manos está su sano desarrollo. Lo que sí es básico es que no confundas responsabilidad materna con la falsa creencia de que tu vida ya se terminó. Hay muchísimos errores que debemos evitar y entre ellos está el hecho de quedarte sin sentido de vida personal.
La maternidad es algo maravilloso, pero no olvides que tu vida también lo es. Es natural que vivir la experiencia por primera vez te lleve a algunos impulsos, a veces a sentir dudas e incluso por momentos a explotar. Sin embargo, no olvides que tienes aliados muy importantes en este camino. Tu pareja, tu familia y sobre todo en casos de inquietud, falta de experiencia y falta de información: "tu pediatra". Así que pon atención a estos errores para que los evites y concéntrate mucho más en las soluciones.
Evita el terrible error de ser presa de la mercadotecnia y no compres cosas innecesarias para tu bebé.
Se que anhelas que tu bebé tenga todas las comodidades e incluso podrías comprar el ultimo aparato súper ultra plus para mil cosas que se inventan últimamente. Sin embargo, se consciente de que hay cosas necesarias y hay cosas que terminarás arrumbando.
Antes de alocarte y comprar cosas, adquiere solamente lo necesario para los primeros tres meses.
Estos meses requieres lo básico, las necesidades posteriores las irás determinando dependiendo tu rutina, la rutina de tu bebé y también dependiendo de los espacios. Artículos como el moisés, un móvil, una pañalera, un cambiador y una cajonera, son más que suficientes.
No hagas que tu vida personal y tu vida en pareja solo gire en torno a tu bebé.
Es comprensible que te estés adaptando a la llegada de tu bebé, el cansancio y los cambios de rutina generen cierto caos que en algún momento pasará. Sin embargo, es importante que nutras tu relación de pareja para evitar cualquier crisis, pero sobre todo es importante que te nutras tú también.
Intenta crear nuevos acuerdos con tu pareja y hacer una repartición equitativa de responsabilidades.
Para que no caigas en desesperación total, replantea los acuerdos establecidos y adapta la nueva rutina a nuevas responsabilidades compartidas. Pide y sobre todo permite la colaboración de tu pareja en el cuidado del bebé, ten confianza en él y date espacios para ti.
No te desconectes de ti, busca escapes y permite que alguien de tu entera confianza cuide a tu bebé.
Sé que el instinto materno te mantendrá alerta, pero una cosa es que estés pendiente de que las cosas vayan marchando bien, y otra muy distinta es que ni siquiera disfrutes tu escape. La idea es que hagas un tiempo fuera para cargar pilas, no que mueras de la angustia.
Sal a hacer ejercicio, toma un café con tus amigas, sal de compras, lee un libro.
Evita sentirte culpable y piensa que te estas dando un espacio de tiempo para recobrar energía. Tu bebé te necesita en perfectas condiciones, incluyendo tu estado de ánimo. Por eso lo mejor es que tengas estos espacios de esparcimiento que te darán un descanso físico, mental y emocional.
Sobre proteger a tu bebé y no querer que le dé ni el aire que respira por miedo a que se enferme.
No actúes con miedo. Si tu pensamiento está enfocado en la posibilidad de que tu bebé enferme, caerás en la exageración y evitarás que vaya desarrollando habilidades o fortaleciendo su sistema inmunológico. No quiero decirte que seas negligente, pero no lo sobreprotejas.
Haz de tu hogar un lugar seguro para que no le impidas la exploración que necesita para desarrollarse.
Cuando tu bebé comienza a gatear puedes sentir una necesidad imperante de cargarlo para que no se golpee. Pero solo no dejes objetos peligrosos a su alcance y delimita el espacio en el que puede explorar. Cuida que no haya muebles en punta y haz que todo esté limpio (sin exagerar).
Piensa dos veces antes de ponerle adornos a tu bebé en la cabeza porque se puede incomodar o incluso le puede perjudicar.
Se han puesto muy de moda las bandas o cintas elásticas para adornar la cabecita y los especialistas dicen que, si las usan por más de tres horas, pueden ser peligrosas. Los huesitos de su cráneo no están totalmente formados y entre los muchos peligros está el riesgo de asfixa y en su desarrollo cráneo encefálico.
Si te gusta que tu bebé parezca una muñeca, usa adornos que no le incomoden o mejor evítalos.
Cuando los accesorios atentan con la comodidad de tu bebé, es importante que apuestes más por su salud que por lo lindo o linda que podría verse. Recuerda que los bebés aún no se pueden comunicar, sin embargo, notarás de inmediato cuando algo de su atuendo le incomoda.
No te obsesiones con la estimulación de tu bebé, no corras prisa y permítele vivir sus etapas.
Si bien es cierto que la estimulación temprana es una técnica muy efectiva, también es cierto que corres el riesgo de la sobreestimulación. Y cuando se convierte en una obsesión, esto te impide disfrutar al máximo cada etapa de tu bebé porque querrás que vaya un paso adelante.
Practica los ejercicios de estimulación básicos y evita exagerar en su entrenamiento.
La principal expectativa que debes tener como madre es que tu bebé sea feliz, pleno y sobre todo que se sienta amado y acogido. La estimulación ayuda mucho, pero lo que le da el mayor empuje es tu calidez y tu paciencia. Respira y déjalo fluir a su ritmo, un paso a la vez.
No sigas los consejos de la abuela sin haberlo consultado previamente con tu pediatra de cabecera.
Existen muchísimos consejos tradicionales que en la actualidad están totalmente prohibidos por los pediatras. Y aunque no desacredito la sabiduría popular, es muy importante que te informes y aprendas a decir y a decirte “no gracias” porque la salud de tu bebé está primero.
Utiliza solo los consejos que “sí” te haya autorizado tu pediatra.
Hay consejos tradicionales que no atentan contra la salud de tu bebé y que muchos pediatras sí aprueban. Por ejemplo, que tu bebé use ropita de algodón, o lavar su ropita con agua hervida para que no la use directo de tienda, o incluso plancharla para matar cualquier hongo.
Cuando tu bebé nazca, no le pongas gorro pensando que así generará calorcito interno, eso es un mito.
Antes se creía que los bebés podían perder su calorcito por la cabeza y es por ello el afán de ponerles un gorro inmediatamente después de nacer. Ante esto, se hizo un estudio que comprobó que este método no sirve y no tiene el efecto esperado.
Coloca a tu bebé en tu pecho porque nadie mejor que tú para ofrecerle el calor que necesita.
El contacto que tu bebé tenga piel con piel es el único generador de calor que le funcionará e incluso evitará la hipotermia. Además, es un método que te da otros beneficios como la vinculación, la disminución del estrés, aumento de la lactancia, entre muchos más.
Por muy divinos que estén, olvídate de poner muñecos de peluche o almohadones en su cuna.
No permitas que te gane la emoción por adornar en exceso la habitación o la cuna de tu bebé, su salud y su seguridad están primero. No pienses que una almohada amortiguará un golpe. El riesgo es peor porque podría asfixiarse o desviar la curvatura de su cuellito.
Que la cuna de tu bebé siga las guías del Instituto de pediatría y olvídate de las cobijitas o muñequitos de peluche.
La cuna debe proporcionar una superficie firme para tu bebé, sin protectores antivuelco ni protectores acolchados. Con ello evitarás el riesgo de atrapamiento o asfixia. Así que ojo con esta norma. Mientras más objetos en la cuna, mayor peligro.
Jamás le des a tu bebé un dispositivo móvil para entretenerlo.
Aunque consideres que es muy cómodo para ti, toma en cuenta que hay muchas razones por las que no debes hacerlo y la más importante es que el celular puede estar contaminado y las defensas de tu bebé aun no están tan desarrolladas para combatir algunos virus o bacterias.
Aunque no lo creas, puedes entretener a tu bebé sin tecnología.
Haz un espacio exclusivo para tu bebé en casa, que sea un espacio delimitado en el que solo tenga a la mano objetos de exploración que no sean peligrosos ni tóxicos. Puedes ir colocando objetos diferentes y saber que en ese espacio estará seguro, aunque no debes perderlo de vista.
No dejes tu trabajo solo por sentimientos de culpa y por falsas creencias con respecto a la maternidad.
Si decides dejar tu trabajo es importante que lo hagas con convicción y con la intención de disfrutar cada instante con tu bebé. Debes estar preparada psicológica y emocionalmente para ello, pero sobre todo debes sentir desde tus entrañas que quieres hacerlo y no que “debes hacerlo”.
Busca medio turno o un trabajo desde casa.
Si en tu decisión notas que estás en una disyuntiva, piensa en una tercera opción que ayudaría mucho a que te sintieras tranquila y sobre todo en equilibrio entre los tiempos que le das a tu bebe y los tiempos que te das en tu trabajo.