Una infidelidad es dolorosa para todos los implicados pero puede resultar terriblemente destructiva para los niños. Aunque parezca que no lo noten, ¡claro que se dan cuenta! Y corren mucho riesgo de llegar a la adultez con sensaciones de desconfianza e inseguridad por lo que buscar ayuda profesional es indispensable para evitar consecuencias.
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Es importante que revises estos posibles efectos que una infidelidad en la familia puede tener en tus hijos para que hables con ellos, los ayudes y superen juntos este duro trauma que puede impactarle de por vida.
De ser necesario es importante el apoyo por parte de un psicólogo para evitar daños a largo plazo en tu gran amor.
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Puede vivir en incertidumbre y angustia ante cualquier situación de traición por las huellas que cargan.
El sentimiento de desconfianza está latente y siente que en cualquier momento todo se puede desmoronar. Espera una puñalada en la espalda de cualquiera, aunque haya amor, porque ha experimentado que un ser querido es capaz de eso y más.
Se confunde con el tema de valores y puede sentir incongruencia y confusión si en casa no se predica con el ejemplo.
Si papá o mamá intentan educarlo en valores como el respeto y la sinceridad, puede que se torne cuestionador e incrédulo ante las enseñanzas debido a lo vivido en casa, sintiendo la inconsistencia de aquello que se pide y no se da.
Siente un profundo dolor y desprotección por la falta de lealtad familiar y en el fondo sufre por ello.
La infidelidad toca fibras muy sensibles de todo el sistema familiar, la traición puede sentirse en cada miembro aunque haya sido un tema de pareja. Esto puede generarle ansiedad ante la pregunta de ¿Mi familia durará para siempre, que haré si no estamos juntos?
Se percibe en medio de dos bandos y posiblemente culpable por sentir amor por ambos padres pese a lo ocurrido.
Se siente mal por no odiar a quien cometió la traición pese a que vivió el dolor por lo ocurrido. Esto lo mete en una encrucijada donde se siente culpable por no sentir el mismo coraje que ve en mamá o papa.
Se angustia ante las discusiones que escucha por el tema y se siente con la necesidad de distraerse.
Es posible que comience a enfermarse, a salir mal en la escuela o a cambiar su comportamiento con la intención de ser un foco de atención que los distraiga de las discusiones. Esto lo hace rescatador de la relación sin que sea su rol.
Miedo eterno a las separaciones o fracturas que probablemente seguirá arrastrando al ser adulto.
Es como un estado de congelamiento donde el miedo infantil perdura aún con el paso de los años. Por lo que cualquier situación que implique un riesgo de fractura o abandono, lo pueden poner alerta y hacer todo para no sentirse en medio de rupturas.
Rebelión adolescente ante el padre o madre como el efecto de su falta de honestidad.
La adolescencia es la época de la identidad, es un momento donde cuestionará a todas las figuras de autoridad y se podría revelar ante los valores tradicionales que le quieran inculcar. Poniendo como pretexto el pensamiento "No me exijas lo que no me puedes dar".
Puede convertirse en un adulto muy celoso debido a la sensación de desconfianza que carga del pasado.
La memoria emocional de las situaciones traumáticas en la vida de cualquier niño tiene consecuencias a futuro. En este caso los celos son una forma de autoprotegerse para sentirse alerta ante cualquier traición esperada.
Ven a los padres como un ejemplo a seguir por lo que a futuro pueden traicionar o ser traicionado en una relación.
La forma de relacionarse con sus parejas al convertirse en adultos, puede ser similar a la aprendida. Si se identifican con el padre o la madre y si su rol será de ser quien engaña o del engañado.