¿Te ha pasado que crees que has intentado de todo con tus hijos y sientes que tu única opción es el grito? No hay nada peor que la frustración y la impotencia que se siente ante la desobediencia y las conductas inadecuadas de nuestros hijos. Sin embargo, gritarles es una forma de invitarlos a la lucha de poderes y a las conductas desafiantes.
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Aunque parezca imposible, lo cierto es que hay pasos que puedes tomar para evitar llegar a los gritos descontrolados que muchas hemos sentido no podemos evitar. Desde tomarte un break para poder reflexionar hasta evadir a toda costa acusar a tus hijos de haber hecho algo.
Aquí compartimos contigo una serie de opciones que todas tenemos al alcance para tratar de evitar gritarles a nuestros hijos cuando nos sacan de nuestras casillas. ¡Ojalá te sirvan y dejes de manera definitiva de alzar la voz a la hora de tratar de criarlos!
Galería realizada con la colaboración de Enriqueta Lemoine
Busca opciones para estar en calma.
Lo mejor es que antes de pegar el grito, te retires para hacer un ejercicio de descarga, respirar y pensar. Haz hincapié de que retomarás el tema más tarde para que juntos busquen una solución, ya que no te sientes en condiciones para hacerlo en ese momento.
Entiende lo que está en juego.
Los gritos y la rabia afectan negativamente la interacción con tus hijos. Bríndate el permiso para ser imperfecta. No hay nada malo en sentir ira, pero no dejes que explote y te domine.
Pregúntate: ¿Qué estoy sintiendo?
Entiende la raíz de tu enojo. En general, lo que nos altera suele ser la desesperación, el desamparo, la impotencia, el miedo y la culpa. Cuando logres descubrirlo, te será más fácil manejar tu emoción antes de explotar.
Pregúntate: ¿Qué objetivo tienen mis hijos al portarse así?
Observa si quiere llamar tu atención; si busca la lucha de poderes; si quiere revancha por haberse sentido molestado por ti o si solo quiere mostrarse incapaz de hacer algo por sí mismo para que tú lo hagas por él. Cuando lo detectes, toma nota.
No cumplas el objetivo.
Si descubres que quiere atención, no se la prestes en ese momento. Si busca lucha de poderes, evita levantar la voz y retírate para tomar tu espacio. Si quiere mostrarse insuficiente, no le resuelvas las cosas y déjalo que lo haga por sí mismo.
Evita la programación negativa.
Nada de "estos niños no hacen caso", mejor ten una visión positiva de tus hijos y del manejo de tu casa. Prográmate positivamente; es básico que les hagas saber lo que sí esperas de ellos, más allá de lo que no tolerarás. "Quiero que seas amable" difiere de "no quiero que seas grosero".
Evita acusar o las cosas terminarán mal.
Las acusaciones te llevarán a levantar la voz. Por ejemplo: "Es un asco que tengas las cáscaras de plátano tiradas por toda tu habitación", mejor utiliza información: "El lugar para las cáscaras de plátano está en el cesto de basura, llévalas para allá".
Da instrucciones con una sola frase.
El típico sermón de: "Nadie me ayuda en esta casa, todo tengo que hacerlo yo, ¿porque no recogen su ropa?" en automático, te llevará al grito. Mejor prueba así: "Niños, la ropa", así evitarás el grito y la lucha de poderes.