No hay nada que me moleste más que las personas no sean agradecidas, esas personas que no saben dar las gracias o dan por hecho que se merecen lo que has hecho por ellos son odiosas.
La gratitud abre puertas. Cuando enseñamos a que nuestros hijos sean agradecidos, les estamos dando un regalo de vida. Porque no queremos que nuestros hijos se sientan con el derecho a que las cosas en la vida se le dan porque ellos lo merecen. Enseñar requiere tiempo y paciencia. A continuación unos consejos que me han servido a mí.
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1. Desde que empiezan a hablar hay que enseñarles a decir "por favor" y "gracias", predicando con el ejemplo.
2. Para los niños de esa edad el concepto del agradecimiento es muy abstracto, así que para que lo vayan comprendiendo los enseñaremos a ser agradecidos con cosas materiales como cuando se les da un dulce, un juguete o un abrazo, siempre preguntarles ¿qué se dice? Para que ellos respondan "gracias", nunca decirlo por ellos.
3.A partir de los 3 o 4 años el agradecimiento debe ser una práctica familiar, donde las cosas se pidan por favor y se agradezcan de manera natural, darle las gracias por la ayuda e incluso por haber cumplido con sus deberes, o que ellos mismos agradezcan al mesero o a la persona que hizo algo por él.
4. Un poco más mayores, hay que enseñarles que el agradecimiento no solo es porque se les da algo material, o porque han hecho algo, las gracias también se dan de corazón. Ser agradecidos por cosas que se les han otorgado sin ellos hacer ningún esfuerzo, su casa, los amigos, la familia, las vacaciones, etc., ese agradecimiento es lo que los hará mejores personas, es cuando se dan cuenta de lo afortunados que son.
La gratitud es un valor que se aprende, no una cualidad con la que se nace, los expertos dicen que la gratitud fortalece la autoestima, ayuda a eliminar el estrés e incrementa el éxito en el trabajo y como persona. Así que por hoy, GRACIAS por leerme.
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