Con mi hijo mayor he pasado ya dos etapas de mentiras. Primero fue a los 6 años. La segunda arrancó al cumplir los 10 y medio. Las dos veces logramos ponerle un alto realmente rápido. Sin gritos, ni pleitos. Eso sí, con mucha paciencia. Deja y te cuento lo que hicimos, porque también le funcionó a mi hermana y a un par de amigas.
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Lo primero es descubrir por qué comenzó la oleada de mentiras. Muchas veces los niños mienten porque descubren que esto es posible. Hasta cierta edad, la idea de no decir la verdad, no pasa por el cerebro de los seres humanos. Pero hay un momento en el desarrollo que nos damos cuenta de que es una posibilidad y, dime que no, una se siente poderosa cuando sabe que está diciendo una mentira y el otro se la cree. Obviamente, los niños también disfrutan de ese poder.
En esas etapas iniciales, lo más importante es darles una consecuencia pequeña e inmediatamente después de la mentira. ¿Quién rompió ese juguete? No fui yo. Como tú sabes que sí fue, debes decirle: "Sé que me estás mintiendo y por eso tu castigo va a ser…." Sin drama y sin darle más atención que esas palabras. Lo peor que puede pasar es que disfrute además de la atención negativa.
Luego, los niños mienten para evitar hacer lo que no les gusta. En el caso de mi hijo, para no hacer la tarea o cumplir con normas básicas de aseo personal (tiene 11 y está en esa época asquerosa por la que pasan casi todos los varones). En el primer caso, estamos teniendo una reacción igual a la de cuando era niño. Con la segunda, es cuestión de paciencia. Insistir, insistir e insistir.
La tercera causa es para esconder algo mal hecho. Ahí la cosa se pone complicada, porque implica cierto grado de miedo, ya sea a la reacción o a la consecuencia. A mi hijo le da pánico verme reaccionar a mí. Yo era de las que exploto, digo una burrada, grito y después se me pasa. Al menor no le importa demasiado, pero el grande es más sensible y lo afecta mucho. De ahí la mentira.
Como la reacción al miedo es muy difícil de controlar, pero llegamos a un acuerdo que lo curó. Cada vez que mentía y lo confesaba inmediatamente, nadie explotaba. Me costó muchísimo y a él también, pero superamos la etapa.
Afortunadamente, a nosotros no nos ha pasado, pero hay casos en los que los niños mienten por hacerse los importantes o sencillamente porque pueden. Te recomiendo si estás en esa situación que comiences evaluando si tu pequeño tiene razones concretas para tener una auto estima baja. Si crees que no pueden trabajar juntos en ello, llévalo al psicólogo.
Ah y se me olvidaba. Los niños también mienten imitándonos a los papás. Si tienes que meter una mentirita blanca, trata de que no se den cuenta. Ser tildados de mentirosos no es bueno y en este país, específicamente, se traduce rápido en una pérdida a menudo irreversible de la confianza.
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