Después del dolor indescriptible de esos primeros días del amamantamiento, lo que más me sorprendió del proceso posparto es lo grande que me quedó la barriga. No es que nadie me lo dijo. Sí, me lo dijeron y hasta lo vi en primas y amigas, pero no me esperaba sentirme embarazada, después de tener el bebé. Afortunadamente, la segunda vez ya sabía qué hacer y, te juro que aunque era mi segunda cesárea, a los cuatro días ya me sentía que había vuelto a ser yo. No es difícil, sólo hay que tener en cuenta unos pasos básicos.
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1. Hay que descansar. No aspires a ser ni súper mujer, ni súper mamá. Así tengas otros hijos que reclaman tu atención. Tu cuerpo acaba de producir una nueva vida y seguro que está fabricando la alimentación para mantenerla. Eso ya es trabajo suficiente. Si tus otros bebés te necesitan, acuéstalos en la cama contigo y jueguen algo bien tranquilo.
2. Prioriza tu trabajo en la casa. No todo el mundo tiene la suerte de tener ayuda esos primeros días. Establece metas concretas y realizables. Quitar el polvo, tener las habitaciones perfectamente ordenadas o toda la casa aspirada no es de urgencia. Con que tengan comida y algo que ponerse van bien.
3. Duerme siempre que puedas. En una situación perfecta, cuando el bebé duerme, la mamá duerme. Olvídate de aprovechar cuando el niño está dormido para hacer cosas.
4. Ponte una faja. No tiene que ser demasiado apretada, pero sí que te sostenga la barriga. Eso ayudará a que todos tus órganos se reacomoden más fácil y a mantener una mejor postura.
5. Da pecho. A todas nos han casi que metido por vía intravenosa la información de lo buena que es la leche materna para los niños, pero no tanto cómo te ayuda a recuperar tu cuerpo, pues cada vez que el bebé chupa se te contrae el útero, y además segregas una hormona que reduce el estrés.
Imagen vía Daniel/Thinkstock
