
La transición de la cuna a la cama con barandas, y de esa camita a una cama normal suele ser un proceso complicado. Jamás se me olvidará la primera vez que me despertó el ruido de un sonoro golpetazo, seguido de un grito desgarrador. Mi hijo se había caído de la cama y, aunque fue más el susto que el daño, nos dejó a todos medio traumatizados. Ahí corrimos a invertir en sistemas protectores y a inventar qué poner a los lados de la cama. Cómo me hubiera gustado haber visto entonces este truco, que tiene las tres B: Bueno, bonito y barato. ¿Qué más se puede pedir? Fíjate como se hace.
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Las tiendas del dólar tienen esos tubos para jugar en las piscinas. En inglés se llaman pool noodles, están hechos de polientileno, es decir una especie de plástico poroso, con contextura de esponja. Además de ayudarte a flotar, el gran valor que tienen es que absorben golpes. Es decir, no son duros, por lo tanto funcionan como protectores.
Para evitar que tus hijos se caigan de la cama, sólo hay que poner dos noodles, así como en la foto, en los extremos del colchón y luego hacer la cama como si nada. Cuando le pones la sábana de abajo, la que tiene elásticos, los tubos quedan fijos y ¡listo! Te puedes despedir de los golpes y las trasnochadas. ¿No es un invento maravilloso?
Mi cuñada lo probó con su hija de tres años y, aunque la niña da vueltas, y hasta se sube arriba de los noodles, es como que su cerebro sabe que ahí está el límite de la cama y no se pasa. Así que de verdad funciona.
Imágenes vía Pinterest