En Venezuela, cuando a un niño se le cae un diente, lo pone debajo de la almohada y a la mañana siguiente se despierta con la alegría de que "el Ratón Pérez", le dejó unas cuantas monedas. El Ratón Pérez de mi infancia es el hada de los dientes (Tooth Fairy) de mis hijos, que no entienden que se trata de una donación voluntaria del hada y pretenden negociar conmigo el monto.
El cuento viene al caso, porque hoy encontré esta historia que habla de inflación y el hada de los dientes, y de como antes el hada dejaba 25 centavos, pero ahora… Ahora, ¡no te imaginas cuál es la tarifa del querido Ratón Perez!
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Siéntate primero y respira, porque la tarifa de hoy que va de 3 a 4 dólares, según una reciente encuesta. Me hizo mucha gracia porque mi hijo menor que es un financiero de primera pretendió "negociar" una vez 5 dólares por diente y 10 por cada premolar. Pero mira que muchachitos tan avispados los míos. Y recuerdo que una vez al grande les extrajeron cuatro dientes (porque no los mudaba y ya le venían saliendo los permanentes) en una visita al odontólogo, y me dijo que no se transaba por menos de 50 dólares, por la "tortura" a la que había sido sometido.
Si mal no recuerdo, en esa oportunidad el hada de los dientes le trajo 20 dólares a mi chiquito tan valiente que se sometió al estrés de que le extrajeran cuatro dientes de una sentada y dos horas más tarde estaba comiendo helado como un campeón.
Más allá del tema del hada y de lo cuesta en estos tiempos modernos hacer de Ratón Pérez, espero que no me cuelguen por la confesión que les voy a hacer. Cuando tenía 6 años, mi hijo mayor tuvo varias caries y a pesar del seguro dental, tuve que gastarme un buen dinero en odontólogo, porque por mala suerte además siempre se le caía la amalgama.
Me di cuenta de que mi niño me estaba haciendo trampa, no se cepillaba los dientes cuando le tocaba y tampoco se cepillaba bien. Eso por supuesto, me costó un buen dinero. Cuando cumplió 7 años le dije a él y a su hermano que por cada año calendario que no tuvieran caries, le depositaría a cada uno 100 dólares en sus respectivas cuentas de ahorro y adivina qué, ya mi hijo mayor tiene 11 años y el menor 9 y en los últimos 4 años sólo una vez han dejado de recibir su dinero.
Lo mejor es que el dinero está en una cuenta que sólo yo puedo movilizar hasta que cumplan 18 años. En esa cuenta además van depositando la mitad de lo que en algún momento les dejó el hada de los dientes, la mitad de lo que le mandan sus abuelos y tíos y también lo que ganan reciclando.
Por la plata baila el mono, habría dicho mi abuelita. Yo digo que me salen más baratos los 100 dólares que les deposito cada diciembre que estarlos llevando al dentista por un dolor de muelas o una carie. Los dos se han vuelto muy juiciosos con la higiene mental, compiten consigo mismos por un incentivo monetario y además están aprendiendo el significado del ahorro.
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