Por más que leas libros y escuches cuentos de todas las mujeres que han dado a luz antes que tú, nada te prepara para esa experiencia excepto vivirla por primera vez. Cuando quedé embarazada con mi primera hija, pensé que sería buena idea permitir que mi madre, mi suegra y mi hermana–además de mi esposo, claro–estuviesen conmigo en la sala de partos. Y así fue, aunque al final, no importó porque me tuvieron que hacer una cesárea y sólo dejaron que mi esposo entrara al quirófano.
Pero después de vivir esa primera experiencia, decidí que haría las cosas diferentes con mi segundo hijo.
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Cuando llegó el momento de dar a luz por segunda vez, sólo mi esposo y el personal médico estaban presentes. De hecho, mi hermana estaba de viaje, mi mamá en casa cuidando a mi hija mayor y mi suegra llegó de Puerto Rico después del nacimiento. Así que ni siquiera había nadie en la sala de espera, lo cual fue un poco triste al principio, pero también muy especial para mi esposo, mi hijo y yo ya que pudimos compartir ese maravilloso momento los tres solitos y sin interrupciones.
Para muchas mamás no es difícil decidir que el único que puede estar presente en la sala de partos es su marido. Pero para otras, especialmente cuando vienen de una familia grande y entremetida, la decisión es un poco más difícil. Esto es aún más cierto cuando se trata del primer bebé y una no cuenta con la experiencia necesaria para tomar este tipo de decisiones.
Aquí algunos consejos:
- No permitas que nadie entre sólo porque te sientes obligada o presionada. Dar a luz es algo maravilloso, pero súper íntimo y no tienes porque compartir ese momento con nadie que no quieras.
- No sientas que porque le pides a tu mamá que esté presente también tienes que pedírselo a tu suegra. Ya sé que se puede resentir, pero ella ya dio a luz y este es tu momento, no el de ella. Sino lo entiende, ¡qué penita!
- No permitas que esté presente nadie que en vez de ayudar va a venir a molestar, dar instrucciones innecesarias o comentarios absurdos. La idea es que te sientas apoyada no mortificada.
- Avísale a aquellos que has invitado a la sala de partos que es posible que les pidas que se retiren si en algún momento cambias de parecer. Puede que no entiendan por qué, pero es mejor que estén prevenidos.
La naturaleza funciona de manera muy extraña y aunque todo puede estar yendo de maravilla con tu parto, es posible que todo cambie de un minuto a otro, por eso es que ésta no es una decisión difícil. Al final de cuentas, recuerda ante todo que este es TU parto y TU hijo y que sólo tú y tu esposo tienen el derecho de determinar quién puede estar presente cuando des a luz. Si alguien en tu familia no entiende esto, ese no es es tu problema.
Imagen vía Scott Hurst/flickr