Nunca he entendido esa costumbre de preguntarle a los hijos qué quieren comer y preparar algo diferente para la cena dependiendo de sus gustos. De niña, a mi madre jamás se le hubiese ocurrido preguntarme ni a mí ni a mis hermanos qué nos provocaba comer. En mi casa se nos servía lo que había y era el mismo plato para todos. Lo de escoger qué quería comer cada uno era algo que dejábamos para cuando íbamos a un restaurante y alguien más cocinaba.
Ahora que soy madre, yo practico lo mismo con mis hijos y hoy me vengo a enterar que darles de comer lo mismo que mi esposo y yo comemos es la manera más importante de asegurarnos que su dieta sea saludable.
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Según un nuevo estudio, los niños cuyos padres permiten que coman lo que ellos quieren terminan consumiendo alimentos con más calorías y menos nutrientes. Yo sé por experiencia propia que esto es totalmente cierto. Si yo dejara que mi hijo Santiago, que tiene 3 añitos, escogiese lo que quiere comer todas las noches su menú estaría lleno de frituras y dulces.
Lo que más me sorprendió de los resultados del estudio es que comer lo mismo que los adultos es más importante para el bienestar de nuestros hijos que picar entre comidas, saltarse la cena o comer frente a la tele. Siempre pensé que esos comportamientos eran súper dañinos, pero parece que dejar que coman lo que quieran es aún peor.
Yo sigo la misma regla que mi mamá en cuanto a este tema más que nada porque quiero que mis hijos aprendan a probar diferentes sabores y así tener una dieta mucho más variada en vez de que se acostumbren a comer los mismos tres o cuatro alimentos que parecen ser los favoritos de los niños en este país: chicken nuggets, pizza y hamburguesas. Ahora que sé que los niños que comen lo mismo que sus padres son más saludables me voy a asegurar aún más de hacer cumplir la regla.
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