Aunque mis hijos están muy pequeños y no tienen la más mínima idea de lo son las drogas, sé bien que llegará el día en que me tenga que sentar con ellos a explicarles lo peligrosas y dañinas que son. Pero a veces me pregunto qué contestaría si me preguntan si yo fumé, hice drogas o tomé alcohol de adolescente. Aunque no uso drogas, si experimenté con una que otra cosa cuando estaba en la universidad, más que nada por seguirle la corriente a mis amigos. Además, tomo alcohol con regularidad y fumé cigarrillos por siete años cuando estaba más joven.
Parte de mí siente que sería bastante hipócrita de mi parte decirles que no hagan ninguna de esas cosas, cuando yo las hice. Pero por otro lado, estudios como el que acaba de divulgar la Universidad de Illinois parecieran indicar que mentir es la mejor opción.
Y es que, según los investigadores, los adolescentes cuyos padres les confesaron que habían experimentado con drogas o alcohol cuando eran jóvenes son más propensos a hacer lo mismo que aquellos cuyos padres sólo les hablaron de lo peligrosos y dañinos que estas sustancias pueden ser.
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Al parecer, el compartir sus experiencias con sus hijos les manda el mensaje que las drogas, el alcohol y los cigarrillos no pueden ser tan malos, ya que, después de todo, sus padres los usaron y están de lo más bien. Además, estos muchachos suelen pensar que sus padres no se molestarán tanto si se enteran que experimentaron con alguna sustancia ilícita.
Esto es cierto aun en casos en los que los padres compartieron sus experiencias describiéndolas como algo negativo. Por lo que los investigadores creen que sería mejor si los padres no son tan abiertos en cuanto a sus experiencias. Así que si pensabas que era buena idea compartir tus experiencias de adolescente con tus hijos como para que aprendieran de tus malas decisiones, ¡no lo hagas!
