Jordan Greene, un niño de 12 años decidió ahorcarse luego de ser expulsado de la escuela secundaria donde estudiaba pero antes llamó a su mamá por teléfono y le dijo: "ten una buena vida mamá, me siento con ganas de matarme". Minutos más tarde, la mujer lo llamó por teléfono y pensó que el niño no querría contestarle porque estaba disgustado y cuando unas horas después llegó a la casa del trabajo, lo encontró muerto.
Este caso me dejó sin aliento. Tengo un hijo de 11 años al que adoro pero quien me lleva por la calle del medio, entre otras cosas porque tiene un carácter idéntico al mío y chocamos como trenes de alta velocidad.
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No puedo imaginarme lo que estará sintiendo la mamá de esa criatura y sólo digo que el instinto de muerte, cuando se instala dentro de una persona, así sea un niño, es difícil de superar, a menos que se tenga la ayuda y el apoyo de especialistas. Con esto lo que quiero decir que el deseo de morir puede ser tan fuerte e intenso como el deseo de vivir… y quién sabe por lo que estaría pasando ese niño.
Sin entrar a juzgar a nadie, creo que el sistema y su familia le fallaron a este niño. El muchachito había comenzado a presentar problemas de conducta tras la separación de su papá y su mamá y más recientemente luego de que muriera su abuela.
Precisamente por mala conducta y por su comportamiento disruptivo en clases, fue expulsado del colegio por un día. Como siguió portándose mal, el director de la escuela decidió que la expulsión sería por cinco días. Como los problemas continuaron y el niño parecía cada vez más desajustado, pues lo expulsaron definitivamente de la escuela. Ese mismo día, unas horas más tarde, fue cuando se suicidó.
Al igual que la madre del niño, yo también me divorcié el año pasado. Y después de la tempestad familiar que significó que mis hijos y yo nos viniéramos desde California a vivir en Florida, estoy atenta al más mínimo detalle: me reúno periódicamente con las maestras de mis dos niños. Yo misma estoy haciendo terapia para ayudarlos a superar todo el tema de la separación y de hecho mañana tengo cita con un psicólogo para evaluar a mi chiquito de 9 años quien últimamente anda como muy distraído.
Ocurre que a veces no sabemos "leer" a nuestros hijos. No captamos los mensajes que nos envían. Lo que nos dicen entre líneas. No porque no queramos, sino porque no estamos entrenados para ello. Porque estamos absortos en nuestros propios problemas. Porque estamos ocupados trabajando, llevándolos a los colegio, manteniendo la casa, cocinando, llevándolos a las actividades extra curriculares. También porque nuestros hijos no suelen ser muy asertivos expresando lo que sienten…
Por eso hay que observar, buscar ayuda, hablar… ¿Qué habrá sido tan doloroso e insoportable en la vida de esta criatura que prefirió ahorcarse antes de enfrentarlo? ¿Su muerte hubiera podido evitarse? Ya el mal está hecho y para estas preguntas nunca tendremos respuesta. Por eso digo que nuestro foco como mamás, debe ser la prevención…
Imagen vía Thikstock