Para ser buenos padres la clave es tener paciencia

El otro día mí esposa y yo tuvimos nuestra cita semanal – sin los niños – (lo que en inglés llaman "Date Night") y nos fuimos al cine y a cenar. Vimos la película familiar más popular de esta temporada que se llama "Parental Guidance" con Bette Midler y Billy Crystal. Nos hemos reído muchísimo, pero también se puede llorar un poco…

El mensaje real y siempre vigente que más me impacta en esta obra cinematográfica es que los padres de familia queremos hacer lo más posible para que nuestros hijos sean "los mejores" en todo o para que sean exitosos. Nos preocupamos por sus estudios, su higiene y limpieza en casa, sus amistades y su forma de expresarse. También nos preocupamos por sus valores y las cosas que están escuchando y aprendiendo en la calle. 

Y eso está muy bien, pues tenemos que preocuparnos por todo eso; pero también tenemos que entender y conocer los límites de nuestra capacidad y aprender a vivir con esas limitaciones. Además, nunca debemos olvidar que nuestros hijos tienen sus propias limitaciones, personalidades y formas de ser.

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La madre en la película, al igual que muchas madres que conozco en mi trabajo pastoral, está convencida que todo se tiene que hacer de una sola manera y le molesta la forma tan relajada y "anticuada" de sus padres (los abuelos) que vienen a cuidar a los hijos durante una semana. Al final, se comprueba que su personalidad controladora y su forma rígida de funcionar no estaban ayudando a sus hijos, al contrario, los estaba convirtiendo en personas inseguras e infelices. 

Es verdad que los hijos necesitan estructura, disciplina y educación formal. Pero nunca olvidemos que también son niños y necesitan entretenerse, ensuciarse y aprender de sus caídas.

Ponerle una presión extraordinaria a los hijos, simplemente para satisfacer nuestras propias ambiciones, no es una forma sana de criar. Quizás esa es la lección más poderosa de esta gran película familiar y una lección que todos como padres y madres debemos aprender. 

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