A una bebita le cortaron la lengua para que pudiera sobrevivir

Gracias a Dios y a la ciencia médica, Olivia Gills, una adorable bebita nacida en Inglaterra, puede hacer por primera vez las cosas que cualquier bebé hace naturalmente: respirar, comer, hablar y sonreír tranquila, luego de que, después de varias cirugías, los doctores le cortaran la lengua.

Olivia nació con el Síndrome de Beckwiths Wiedemann, una enfermedad que hacía que su lengua no parara de crecer y por lo tanto no podía comer, respirar, hablar o sonreír y hacía que la gente en la calle preguntara todo el tiempo si se trataba de una bebé malcriada que le sacaba la lengua a todo el mundo.

Pobre bebita. No me imagino el sufrimiento para ella y su mamá y su papá, que ahora después de varias operaciones, comienzan a mirar la vida con ojos de esperanza.

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La primera vez que la mamá de Olivia supo del problema que afectaba a su bebé fue durante el embarazo. Fue precisamente en una sesión privada de ultrasonido 4D cuando se dieron cuenta, porque así se los hizo saber el sonógrafo, de que algo no andaba bien y de que la lengua del bebé, todavía en el útero, era anormalmente grande.

Aterrorizados, corrieron al hospital: les ratificaron que la lengua de la bebita era tres o cuatro veces más grande de lo normal y peor aún: que seguiría creciendo desmesuradamente.

Al nacer la criatura tuvo que ser asistida para que pudiera respirar y comer porque la lengua, que no le cabía en la boquita, la ahogaba. Así que tuvo que quedarse hospitalizada seis semanas.

Pobre mamá y pobre papá. No me imagino la angustia. A las pocas semanas, la beba tuvo que ser sometida a una traqueotomía porque el tamaño de la lengua, que no paraba de crecer, podía asfixiarla definitivamente. Sus papás estaban devastados pero nunca se dejaron vencer por la adversidad.  A los seis meses de nacida le hicieron la primera operación para reducirle el tamaño del órgano.

En un gesto de amor incondicional, su papá renunció a trabajo que tenía como chef para cuidarla a tiempo completo. Aprendió a alimentar a Olivia por un tubito. Pero la lengua seguía creciendo y hubo que volver a operarla. Esta última operación fue un éxito, le revirtieron la traqueotomía y Olivia, que no para de sonreír, ahora está aprendiendo a comer, a hablar.

A mí esta historia me regocijó y llenó de esperanza, porque nos habla de cómo el amor incondicional de los padres puede hacer milagros con los hijos, y de que la ciencia médica cada día avanza más y pone esos avances a nuestro alcance.

Especialmente en esta época en la que todo gira alrededor de nuestros hijos, creo que la historia de esta nena será motivo de inspiración para muchos. Estoy segura de que Olivia y sus papás tendrán una muy ¡Feliz Navidad!

Imagen vía Thinkstock