Confieso que los resultados de este estudio de la Universidad del Sur de California, que demuestra que los adolescentes con acceso a teléfonos inteligentes son más propensos a que alguien les pida tener relaciones sexuales e incluso a tener sexo con alguien a quien conocieron en línea, que aquellos que no tienen acceso a esta tecnología, no me sorprendieron.
Pues como lo oyes. El estudio fue presentado esta semana en una conferencia y revela que es 1,5 veces más probable que los jovencitos con teléfonos inteligentes sean sexualmente activos, que aquellos que no tienen estos aparatos.
Peor aún: es el doble de probable que aquellos adolescentes que tengan estos teléfonos tenga sexo con alguien a quienes conocieron por internet, que aquellos quienes no disponen de estos aparatos.
Pero el estudio no queda ahí. Los adolescentes que no son heterosexuales y que tienen estos equipos son cinco veces más propensos a buscar con quien tener sexo por internet que aquellos que no tienen acceso a estos equipos.
No está fácil. Y pensar que somos los padres quienes proveemos a nuestros hijos con estos equipos. Es como si estuviéramos cavando su propia tumba (y la nuestra también) y no es que yo crea que tener sexo es la muerte, pero sí creo que si no tienes edad para tener tu cuarto limpio y ordenado y si vives bajo la tutela de tus padres, pues tampoco tienes edad para tener sexo.
Sé que mi punto de vista es muy particular y mi experiencia criando hijos adolescentes (ajenos, no míos gracias a Dios) fue un desastre. Creo que el punto es que como padres debemos ser más proactivos, hablar más con nuestros hijos, tener canales de comunicación más directos.
Así que creo que si ahora nos enfrentamos a el hecho cierto de que los teléfonos inteligentes son también un medio que les da acceso a nuestros hijos a las relaciones sexuales, pues el reto que tenemos por delante para protegerlos del abuso, de embarazos no deseados y de enfermedades de transmisión sexual, es educación, educación y más educación. Confianza, confianza y más confianza. Pero sobre todo valores.
Sé que no es fácil, pero tampoco nadie dijo que se mamá es juego de niños.
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