Por suerte, mis hijos no son muy enfermizos. De pequeñita, a mi hija le dieron unas cuantas infecciones al oído. Y aunque sí sufrió de problemas respiratorios causados por alergias y asma, después de que comenzó Kinder, no hemos tenido mayores problemas. Mi hijo menor es hasta más sano que su hermana mayor. Además de los resfriados comunes que les da a todos los niños (y un caso de croup), realmente no hemos tenido mayores problemas con su salud.
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Aun así, como todos los bebés, solíamos visitar la oficina del pediatra muy seguido su primer año de vida. Por lo que escoger un buen doctor es primordial cuando tienes hijos. Y, aunque parezca una locura creerlo, el mejor consejo es que comiences a buscar uno desde que estás embarazada. Y es que los primeros meses estarás llevando a tu bebé a visitar al pediatra casi todo el tiempo.
Recuerdo que antes de que naciera mi primera hija, lo que hice fue pedir recomendaciones a aquellos amigos que ya tenían hijos y fue así como encontré el primer pediatra de mi hija. Pero además de la recomendación de otros padres de familia, para mí también fueron importantes las siguientes características:
El tamaño de su práctica — ¿Trabaja solo o con otros pediatras? Si él o ella no están, ¿cómo se decide quien atenderá a tu hijo?
La ubicación del consultorio — No quieres que quede muy lejos de tu casa en caso de cualquier emergencia.
El horario de consulta — Esto es especialmente importante para las mamás que trabajan. Mi pediatra actual, por ejemplo, ofrece horas de consulta los sábados hasta el mediodía, lo cual ha sido una bendición en más de una ocasión.
Mi recomendación es que hagas una cita con un par de pediatras antes de dar a luz. Ve preparada con varias preguntas acerca de las cosas que te inquietan y escoge al pediatra con quien más cómoda te sientas.
