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Entiendo perfectamente bien que la labor de una maestra es extremadamente difícil. Hasta ahora, mis hijos han tenido la suerte de tener excelentes maestras de las cuales no tengo ninguna queja en absoluto. Pero mis hijos todavía están muy chicos por lo que nos falta mucho pan que rebanar y quien sabe si algún año les toque una que no sea muy buena, como la que le tocó a una niñita de 7 años en Carolina del Norte. Según Jessica Stirewalt, la mamá de la pequeña Jesslyn quien tiene síndrome de Down, la maestra de su hija le cortó unas ocho pulgadas de pelo sin su consentimiento y eso, naturalmente, la enfureció.
Como si eso fuese poco, la escuela le ha dado a Stirewart varias versiones de los hechos diciendo primero que había sido porque se llenó el cabello de comida y después porque no dejaba de dejárselo suelto durante todo el día.
La verdad, yo no entiendo nada porque no sé qué tienen que ver esas excusas baratas con lo que sucedió. Es decir, si cualquiera de las dos es cierta, eso aun no le dio ningún derecho a la maestra de Jesslyn a cortarle su cabello.
Lo peor del caso es que según su mamá, Jesslyn–como la mayoría de las niñas de esa edad–adoraba su larga cabellera y siempre se la estaba tocando y preguntando si la hacía verse bonita. ¡Pobre criaturita!
Lo más mortificante es que al llamarla la maestra le dijo a Stirewart que sólo le había cortado unas cuatro pulgadas de pelo, pero cuando la niña llegó de la escuela, su madre se dio cuenta que era más como ocho pulgadas. ¡Qué descaro! Yo hubiese puesto el grito en el cielo si le hubiesen hecho eso a mi hija. No entiendo porque la maestra pensó que tenía el derecho de hacer algo así.
Imagen vía wbtv.com