Cuando Taylor Santos, una estudiante y atleta sobresaliente en una escuela secundaria de Fort Worth, Texas, accedió a ser azotada en lugar de soportar otro día suspendida–por supuestamente permitir que otra estudiante copie su trabajo–nunca se imaginó que la dejarían "quemada y ampollada." Pero eso es exactamente lo que ocurrió después de un subdirector aparentemente utilizara demasiada fuerza al castigarla. Además éste también violó la política de la escuela que indica que los castigos corporales tienen que ser administrados por alguien del mismo sexo que el estudiante.
Pero antes de que lleguemos a esa parte, lo cierto es que esta historia es preocupante por muchas razones. En primer lugar, ¿cómo es posible que el castigo corporal siga siendo aceptable en nuestras escuelas públicas? No tenía ni idea, pero resulta que azotar a los estudiantes es legal en 19 estados.
A pesar de que han habido esfuerzos para prohibirlo en varios estados–incluyendo en Texas, donde ocurrió el incidente–estos han fracasado en el pasado. Por lo menos, desde el año pasado en Texas y Carolina del Norte nuevas leyes les dan a los padres la oportunidad de que sus hijos no sean disciplinados de esta manera.
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¿Puedes creerlo? Yo no. Es que simplemente no entiendo cómo aún es legal que alguien que no es uno de los padres pueda aplicarle castigos corporales a nuestros hijos.
Lo peor de todo, en este caso en particular, es que Taylor es una estudiante sobresaliente que optó por el castigo corporal, porque se preocupa tanto por sus calificaciones que ella no quería seguir faltando a clase por pasar un día más en suspensión. A pesar de que aceptó que a su hija la castigaran azotándola, Anna Jorgensen nunca pensó que lo iba a hacer un hombre, después de todo, eso es contrario a la política de la escuela. Esto es lo que dijo Jorgensen al canal de televisión WFAA-TV en Dallas / Ft. Worth:
No creo que un hombre quiso hacerle eso a ella de forma intencionada pero sigue sucediendo, porque los hombres son demasiado grandes y fuertes para estar golpeando a niñas de 96 libras.
Sin duda alguna, estas leyes tienen que desaparecer.