No sabe ni hablar y ya es adicto a la tecnología

Tengo que confesar que como toda madre, me sentí orgullosa la primera vez que vi a mi hijo de año y medio mover velozmente sus deditos diminutos sobre la luminosa pantalla táctil del iPad. No hubo necesidad de enseñarlo, le bastó una semana durante las vacaciones de verano con dos vuelos y varias horas de carretera para volverse un profesional en buscar los aplicaciones que más le interesaban.

Valga decir que nos hemos esforzado por buscarle juegos educativos y cuentos bilingües. Pero, como la culpa es la sombra que persigue a las madres, me ha asustado darme cuenta que su primera palabra en la mañana ya no era mamá ni daddy…. era "Paaa" (que en lenguaje de toddler significa ese maravilloso juguete que tiene juegos, cuentos y películas)

Así, que me puse a investigar sobre el tema y sorpresa, sorpresa: no soy la única preocupada por que su pequeño retoño se torne un mini adicto a las pantallas de todo tipo. Después de adicción al chupón, la adicción de niños pequeños a la tecnología es uno de los que más ocupa espacio en foros de padres alarmados.

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Empiezo por aclarar que soy una fiel defensora de la tecnología y no compro el cuento de que la luz de las pantallas consumirá su cerebrito en desarrollo. Pero por supuesto que estoy consciente que una permanente y exclusiva exposición a diferentes pantallas (TV, teléfonos inteligentes, Tablet, iPhone, iPad) puede afectarle de insospechadas maneras.  Los niños necesitan un amplio rango de experiencias para desarrollar sus capacidades físicas, psicológicas y sociales. Una pantalla, por más maravillosa y entretenida que parezca, es sólo una minúscula y separada fracción del mundo que tienen por descubrir.

Así que he decidido seguir poniendo en práctica el lema que me ha funcionado bien cuando no hay respuestas simples: la moderación es virtud.  No he tratado de alejarlo para siempre de su (mi) juguete preferido pero estoy muy atenta a que lo use por cortos periodos, no más de dos veces al día y nunca inmediatamente después de despertarse o para dormir. Hemos decidido que por más que lloré no le quitará el teléfono a sus padres cada vez que lo vea usándolo y su uso en el carro está limitado a viajes largos. 

Aquí comparto con ustedes otras ideas de cómo hacer la transición menos difícil para todos. Agreguen un poco más de tiempo al aire libre y tiempo con amigos a la ecuación y estoy segura que sobreviviremos para contarlo.

Pocas aplicaciones: Mientras más opciones tenga será más el tiempo que pase entretenido pues va a ir cambiando cada vez que se aburra. La idea es no bajar más de dos o tres aplicaciones al mismo tiempo. Opciones limitadas se traducen en tiempo limitado de uso.

Apaga la conexión a Internet: Esto evitará que tenga acceso a horas interminables de entretenimiento, digamos YouTube. Además siempre puedes echarle la culpa a la compañía que presta el servicio.

Aléjalo de su vista: Por supuesto no funciona en todos los casos pero realmente ayuda que no sea una tentación visible. 

Pon reglas y cúmplelas: Aún cuando puede ser muy fácil ceder a la idea de darle cualquier gadget para que se quede tranquilo durante alguna ocasional salida (digamos, la cena en tu restaurante favorito) luego será más difícil explicarle la excepción que la regla.

Imagen vía Humboldhead/Flickr