Un día mi esposo y yo estábamos hablando sobre los hijos que queremos tener. Y juro que salió de él decirme que le gustaría que nuestros niños llevaran mi apellido en lugar del suyo (contrario a como se acostumbra en este país). Me dijo que su apellido no significaba tanto para él, ya que no creció al lado de su papá y no tuvo mucho contacto con él. Y que sabía que mis apellidos sí significaban mucho para mí, por lo que él creía que los niños debían llevar Ortiz (mi primer apellido) en lugar de Mackmin (su único apellido)
Además, aunque mi esposo es estadounidense, él es una persona a la que le apasiona la cultura hispana y habla muy bien español. Por lo que esto también influyó en su entusiasmo porque los niños perpetuaran un apellido hispano en lugar de uno americano.
En fin, el punto es que, lo que yo veía como algo "normal" ha sido tomado por varios amigos a los que les hemos comentado esto ¡como una cosa terrible! Algunos se han atrevido a decirnos que nuestros hijos se van a lamentar después por haberles puesto mi apellido (Y lo peor de todo es que, aunque no lo creas el comentario vino de una amiga mexicana). Otros nos han dicho, que hacer algo como eso, sería como atentar contra la hombría del papá y no sé qué tanto más.
Pero bueno, después de todo el lío que se armó con lo de los apellidos, me pude dar cuenta de que a pesar de que las mujeres nos jactamos de vivir en una sociedad mucho más igualitaria, la realidad es que no es así. El machismo siempre está ahí tratando de aminorar la representación de la mujer, y lo peor de todo, es que muchas veces somos las propias mujeres las que fomentamos ese machismo del que tanto huimos.
Sinceramente, espero que las cosas cambien algún día, porque no es posible que en pleno siglo XXI se nos siga viendo como ciudadanas de "segunda". En serio, simplemente no me parece lógico que NO sea bien visto, que los niños lleven primero el apellido de la madre, porque al final de cuentas, ¡somos las mujeres quienes los parimos! ¡Por lo menos la sociedad nos debería dar ese lujo ¿no?!
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Imagen vía Diego Sepulveda/flickr
