Algo que me llama mucho la atención de este ciudad, es lo poco amigable que es la gente con los "desconocidos". Es algo a lo que ya me he ido acostumbrando, pero cuando llegué a este país me costaba mucho trabajo comprenderlo, sobre todo viniendo de México, dónde todos siempre tienen algo que comentar con extraños, ya sea en el supermercado o en las colas del banco.
Pero dónde más lo llegué a sentir, fue en el gimnasio, donde todas las mujeres se ignoran olímpicamente unas a otras, a pesar de estar casi pegadas, en los casilleros, en las regaderas, en las banquitas, en el baño de vapor y en el sauna.
Nadie se saluda, nadie se sonríe, nadie comenta la clase, nadie comenta el clima, en fin, nadie comenta.
Yo a veces no aguanto tanto sin hablar, pero casi siempre con las que comento el punto, es con las mujeres latinas que trabajan ahí, pues son muy agradables y además podemos criticar a una que otra gringa con mala actitud, y hacerlo en español.
El caso es que rara vez me he topado con gente conversando en el baño y hoy sucedió algo que me pareció una escena casi de comedia.
Llegó una mujer embarazada y le dijo a otra: "ya no te voy a ver porque me voy de maternity leave a casa de mis padres."
La segunda mujer le dijo: *"*pero acaso tienes programada una cesárea, por favor ¡no me digas eso!"
La embarazada respondió que por supuesto que no, que cómo imaginaba tal atrocidad. Y continuó diciendo: "pero el bebé está tan grande que el doctor piensa que me va a inducir la próxima semana*."*
Al otro lado había una tercera mujer desvistiéndose que casi brinca de la banca y dijo:*"*perdona que me meta, pero tu doctor no debería inducir a tu bebé hasta que llegue a las 10 libras y tú no te ves tan grande."
"Pesa 8 libras", dijo la embarazada
La tercera mujer le dijo, "menos mal que todavía tienes tiempo, inducir no es lo mejor que le puedes hacer a tu bebé."
Y sucedió algo fantástico, una cuarta mujer desconocida se unió a la conversación, levantó la cabeza y dijo: *"*no hay nada como un parto natural y tienes que hacer lo imposible para que eso suceda."
La mujer embarazada asentaba con la cabeza hacia todas, a modo de partido de ping-pong. De cualquier lugar iba a saltar una quinta opinión y había que estar preparada.
Yo me quede atónita en toalla, estaba de verás muy asombrada con la escena.
Todas estas mujeres que se pasean desnudas, se rozan las nalgas, se maquillan y se secan el pelo juntas, jamás tienen nada que opinar la una de la otra, una puede estar sufriendo porque perdió algo de su bolsa, y no hay un alma que le ofrezca ayuda, -y lo sé porque esa persona era yo-.
Pero que no se toque el tema de la maternidad porque todas estas mujeres necesitan demostrarse las unas a las otras que tienen un doctorado en la materia, y mucho, por lo visto, muchísimo, que opinar al respecto.
Estuve a punto de brincar y decirles, "¿ A ver gringas payasas cual es su pedo con la cesárea y la epidural?"
A mí me tuvieron que hacer una cesárea de emergencia la primera vez y luego otra en mi segundo parto. Y no sólo eso, primero me indujeron, luego me comenzaron las contracciones tan dolorosas me pusieron la epidural, y posteriormente cuando vieron que Juliana venía ahorcándose con el cordón umbilical, me llevaron corriendo a la sala de partos para hacer una terrorífica (en los ojos de ellas) C-section.
Fue sin duda parto horroroso, pero tengo una hija sana y perfecta. ¿No es eso al final lo único que importa?
La neta, no entiendo la obsesión de ciertas mujeres con ser madres que paren con dolor. Me llama la atención la falta de respeto a las demás mujeres, que tal vez no ven la vida igual que ellas, o simplemente tienen un umbral del dolor, mucho menor.
El caso es que no todo es para todos, pero por lo visto en ese tema, nadie se queda con ganas de opinar, ni las neoyorquinas en el gimnasio.
De haberlo sabido el día que perdí mis llaves, les hubiese dicho que se me había perdido "mi plan de parto", seguro que me daban uno nuevo.
Imagen vía Lab2112/flickr