Mary Kennedy no era mi amiga, ni siquiera una conocida, pero me crucé con ella muchas veces, cuando dejaba a sus hijos entrenando tenis con mi esposo. Siempre me llamó la atención que era una mujer que nunca sonreía, rara vez escuché su voz.
Con vergüenza ahora reconozco que pensé lo peor, que se trataba de una de esas mujeres que se creía mejor que las demás por estar casada con Robert Kennedy Jr., el ambientalista más famoso de Estados Unidos y uno de los herederos de la dinastía política de los Kennedy.
Cuando me enteré anoche que la habían encontrado colgada, en una construcción en su propiedad en el pueblo neoyorquino de Mount Kisco, se me partió el corazón. Hasta soñé con ella y desperté pensando en sus cuatro hijos. Esos chicos hoy en día tienen entre 10 y 17 años, quienes probablemente jamás puedan entender cómo fue que su madre los dejó. Ni siquiera hablemos de pensar en perdonarla.
Esta mañana abracé a mis hijos más fuerte que de costumbre y una vez me sentí agradecida de haber podido reconocer mi depresión post-parto en toda su dimensión, No caí en la trampa del alcohol y la automedicación. Según sus amigas, la señora Kennedy no tuvo tanta suerte. Sé, por experiencia, la desesperación que lleva a alguien a contemplar el suicidio. Lo que no puedo ni acercarme a imaginar es cuán profundo debe ser el dolor que está sintiendo el suicida que arrasa hasta con el amor por los hijos.
El dicho lo describe bien: pueblo chiquito, infierno grande. Los chismes corren mejor que el aire en Mount Kisco, una localidad en el condado de Westchester, donde se han residenciado muchos famosos. A minutos de la casa donde encontraron a la Sra. Kennedy vive Martha Stewart en Katonah, los Clinton en Chappaqua. No es raro encontrarse en el gimnasio o hasta en el supermercado a Susan Sarandon, Chevy Chase, Stanley Tucci o a Vanessa Williams, entre muchos otros. Rumores sobre sobre los Kennedy no eran extraños, como el comportamiento errático de ella al llegar tomada a una feria en la escuela católica, a la que asistían sus hijos, o las indiscreciones de él.
Aunque en teoría, su vida debió en teoría ser casi perfecta. Tenía hijos hermosos. ¡Buenos chicos! Había remodelado totalmente su casa hasta convertirla en un modelo mundial de hogares verdes. Participaba activamente en causas ambientalistas y campañas contra las alergias, porque su hijo mayor sufre mucho por ellas, sobre todo de la alergia al maní.
Sí, las separaciones son duras, sobre todo si uno ya tiene 52 años y las idas y venidas de tu marido salen en el periódico. Supuestamente, Robert Kennedy –quien metió los papeles de divorcio en 2010- estaba saliendo seriamente con una actriz de televisión. Pero muchas mujeres en posiciones mucho peores han sobrevivido la experiencia. Lo cierto es que Mary Kennedy sucumbió a la depresión por buscar alivio en los lugares equivocados. En dos oportunidades, años antes de que colapsara el matrimonio, fue detenida por manejar en estado alterado, una vez por alcohol otra por medicamentos. El alcohol es como un espejismo para el dolor emocional, te hace olvidar temporalmente lo que sientes, hasta te hace sentir eufórica, pero cuando se pasa el efecto la desesperación es mayor.
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La depresión puede ser una enfermedad mortal. Las latinas somos más susceptibles a ella que cualquier otro grupo de mujeres en Estados Unidos, sobretodo las que venimos de otros países. Yo fui una de ellas. Si te sientes que todo te da igual, que sientes rabia más a menudo y más fuerte de lo normal, que estás constantemente triste o hasta con una sensación de vacío, pide ayuda. No creas que son sólo nervios ni temas ser llamada la "loca de la familia". Piensa en Mary Kennedy, mira lo linda que era, cuánto dinero tenía y entiende que la depresión probablemente la haya matado, no dejes que te mate a ti también. ¿Qué opinas? Alguna vez has estado deprimida.
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Imagen vía Getty Images