Hoy pasé la mañana en la escuela de mis hijos hablando de mi trabajo. Visité cinco clases de tercero, cuatro y quinto grado. En todas, los niños me preguntaron de qué era eso que había dicho el presidente sobre apoyar el matrimonio entre homosexual.
La primera vez me agarraron desprevenida y les cambié el tema. Pero la segunda ya lo había pensado un poco y sin meterme en el tema moral, realmente creo que eso algo que corresponde a los padres, les expliqué lo que había pasado ayer y cómo funciona el periodismo en estos temas. Cuando mis hijos regresaron esta tarde del colegio me hicieron la misma pregunta.
Sobra decir que en ninguno de los dos casos fue fácil. Hablar con niños de otros sobre un tema tan espinoso nunca es una buena idea, pero me encantó que la mayoría estuviese informado, y que mientras algunos de los chicos enrojecieron de la vergüenza al hablar de algo que incluyera la palabra sexo, en general hicieron excelentes preguntas.
Querían saber si ahora las parejas gay se podían casar cuando quisieran y porqué era un tema que había causado tanto revuelo. Les dije que Obama apenas había expresado su opinión personal, pero que era importante para nosotros como ciudadanos saber qué es lo que nuestro máximo líder político piensa. También les expliqué lo difícil que era hacer cambios. Les puse como ejemplo, todo lo que hablarían si de repente cambiaran el color de sus uniformes o si las autoridades escolares decidieran que los pupitres debían desaparecer de los salones de clase.
Con mis hijos el asunto fue diferente, porque querían saber mi opinión, pero traté de que ellos solitos llegaran a una conclusión. En mi casa todos los seres humanos somos considerados iguales, sin importar color, religión, inclinación sexual e incluso sexo de sus padres. Mi hijo mayor tiene una amiga que tiene dos mamás, tiene un amigo que sólo tiene papá. Tenemos amigos que tienen hijos adoptados. Tengo una sobrina con Síndrome de Down. Mi hijo menor tiene un amigo en silla de ruedas. Les pregunté cómo se sentirían si la ley les prohibiera a ellos o a sus amigos hacer algo que permiten a los demás, sólo porque son diferentes de alguna manera. No les gustó para nada esa posibilidad.
En cuanto a la Biblia, sé que hay varios pasajes en los que se condena la homosexualidad. En otras se dice que el matrimonio debe ser entre un hombre y una mujer. Pero yo me pregunto, ¿no es el principal mandamiento del cristianismo el "amar al otro como a sí mismo"? Las monjas de mi colegio me enseñaron que todo lo demás es interpretación y mi marido y yo estamos de acuerdo. Más en este caso en el que todo lo que ese otro puede que haga diferente es sentirse atraído y enamorarse de alguien de su mismo sexo.
Si estás en desacuerdo y crees que lo que Obama dijo es moralmente reprehensible, también debes explicárselo a tus hijos. Puedes decirle que tus creencias religiosas te indican que el matrimonio debe estar reservado para las parejas heterosexuales y que Obama no habló de que las iglesias deben opinar igual que él. Que justamente lo maravilloso de vivir en democracia es que todos podemos decir lo que pensamos.
En todo caso, el mensaje que traté de transmitirle a ese centenar de niños con los que interactué hoy fue que debemos respetar a los demás y que todos debemos tener los mismos derechos y los mismos deberes, estemos de acuerdo con ellos o no. El presidente Obama hizo lo mismo ayer.
¿Quieres encontrar a otras mamás como tú? ¡Sigue a MamásLatinas en Facebook!
Imagen vía joseanavas/flickr
