No me acuerdo cuántos años tenía cuando empecé a leer, pero siempre me han encantado los libros. Son la mejor manera de viajar sin tener que ir a ningún lado y, no hay nada como un buen libro que no quieres que se acabe. No puedo decir que alguien me enseñó a amar los libros, pero sí que mi papá fue un excelente ejemplo porque siempre andaba con un libro en sus manos.
Al quedar embarazada, sabía que quería pasarle mi amor por los libros a mi bebé. Aunque no recuerdo haberle leído a mi hija mientras que estaba en mi vientre, si puedo asegurar que le comencé a leer libros tan sólo unos días después de llegar a la casa del hospital.
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Antes de que ella naciera, me aseguré de tener unos cuantos libros para niños en casa y aunque al principio se me hacía un poco raro y hasta ridículo leerle a una criatura que acababa de nacer, lo seguí haciendo. Al principio siempre le leía los mismos dos cuentos, libros con muy pocas palabras y con ilustraciones grandes y coloridas. A veces solo apuntaba a los dibujos y decía los nombres de la cosas que representaban o sus colores. Otras veces, me inventaba un cuentito basándome en las ilustraciones. Y con el tiempo, esto se convirtió en parte de nuestra rutina diaria a la hora de acostarla.
Además de fomentarle el amor por la lectura, fueron momentos muy gratos y afectivos compartidos entre madre e hija. Ahora que Vanessa tiene casi 6 años ya lee solita (aunque yo igual le sigo leyendo casi todas las noches) y es amante de los libros. Su hermanito va por el mismo camino y nada me puede hacer más feliz.
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Los libros y sus beneficios son tan importantes para mi que siempre que me entero que alguna amiga está embarazada por primera vez, le regalo un libro y le cuento porque comencé a leerle a mis hijos desde que nacieron y los resultados.
¿Cuándo les comenzaste a leer libros a tus hijos?
Imagen vía devinf/flickr