Estar extenuada por la labor de ser mamá (vengo a descubrir hasta ahora), es mucho más probable que el extenuarte por el más demandante de los trabajos.
Todas las madres, hasta las que se ven más serenas, las más perfectas e incluso las que no lo admiten, pueden llegar al agotamiento maternal–a ese, que te quema por dentro y que te dan ganas de gritar y salir corriendo.
Nuestras vidas de mamás son de cierto modo cotidianas y repetitivas, lo irónico es que resulte ser tan estresante. Pero es que si te pones a multiplicar las tareas básicas de cada día, los horarios esclavos, el nulo reconocimiento a tu labor y la bestial cantidad de situaciones que se escapan de tu control, es inevitable sentirse agotada TODO el tiempo. Física y emocionalmente.
Amo a mis hijos, pero de verás que hay días en los que estoy exhausta y no dudo que mi madre e incluso mi abuela, lo estén también. Y es que ser madre no tiene fecha de caducidad y sucede 24 horas al día, los 365 días del año. Jamás hay un día libre.
Pobres de nosotras.
Sobre todo porque vivimos en una sociedad que no nos deja expresar lo agotadas que estamos, el mundo entero espera que solamente sintamos agradecimiento por ser madres. Pero por amor de Dios, échenos una porra, apóyennos en nuestras crisis, de veras que si piensan que el simple hecho de estar junto a nuestros adorados hijos es suficiente, que equivocados están todos.
A esos adorados hijos a veces nos dan ganas de meterlos en una maleta, pero nos contenemos. Y ni se me alteren las mamás perfectas, que no les creo que jamás hayan sentido un ataque de desesperación que las haga gritar ¡basta!
Me queda claro que muchas madres temen aceptar cuando la cosa se pone dark, pues la sociedad que las rodea, espera que como mujeres, sepan ejercer bien su papel de madres–como si fuera algo innato.
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Y si bien es verdad que las mujeres secretan las hormonas del afecto, en nuestros genes femeninos no hay nada inscrito acerca de la mejor manera de ser madre. Todo nos sale por invento, pero igual nos sale bien, que nos sale mal. Y cuando el depósito de energía se nos vacía por este agotamiento, se nos acaban las ideas y necesitamos ayuda, pero sobre todo, apoyo.
Aquí les van un par de razones por las cuales estamos agotadas:
1. En demasiadas ocasiones nos vemos en situaciones sobre las cuales no tenemos ningún control. Todas quisiéramos ser capaces de proteger a nuestros hijos de todo lo que les rodea, pero simplemente es parte de la vida y no podemos escudarlos de todo. Esa impotencia es agotadora.
2. Con los hijos nunca se sabe qué va a pasar. Si tienes planes de salir de fin de semana romántico, seguro que a uno de los niños le da calentura. Y si te logras ir, seguro que tus hijos te reciben con la noticia de que tienen piojos o de que se golpearon fuerte en la cabeza. Ese constante temor de que algo suceda, te drena la energía.
3. Todas las cosas que hacemos por los hijos y las labores de la casa, son cosas que hay que repetir y repetir y repetir. Todo se ensucia y se vuelve a ensuciar y uno lava y limpia y no para de limpiar. Yo vivo con los wipes en la mano. Puedo salir de casa sin abrigo pero seguro que no olvido los wipes. Las labores interminables cansan más que ninguna otra.
4. Todo trabajo merece recompensa, pero el de ser mamá no está tan bien valuado. Los hijos ya mayores idealizan a sus madres y las hijas, aprecian inmensamente su labor llevada cabo con los años. Pero uno piensa ¿Y ya? ¿Eso es todo? Yo sé que ser madres nos obliga a hacer todo por los hijos, pero de vez en cuando nos hace falta que nos den una palmada en la espalda, por amor de Dios. ¡Estamos cansadas!
5. Luego esta el tema de los errores y la culpa. Cometer errores, aparte de ser sacrilegio para otros (aquellos seres que no dudan en brincar a la critica), es aún mas fuerte para cada una de nosotras, pues como mamás somos nuestros más duros jueces. Y la culpa de hacer mal nuestra labor, es eterna, el miedo de traumatizar a los hijos, de hacerlos de una manera u otra, seguros, inseguros, nunca sabemos que tanto tiene todo esto que ver con nosotros, y nos da pánico hacerles daño sin saberlo. Esto a su vez causa insomnio, luego cansancio y finalmente agotamiento.
6. En el hogar, muchas veces la mujer se ve obligada a reprimir la ira, esa que tiene que ver con su frustración personal, con sus problemas de pareja, de trabajo y de todo. Aguantarse como una "macha", al menos hasta que los hijos se duerman…de verás que agota.
Finalmente, una madre agotada no es débil ni frágil, sino todo lo contrario.
Estar agotada simplemente quiere decir que no paramos. Y lo que estaría bueno, es que el mundo entero nos hiciera una "ola" y nos dijera más seguido que somos las más trabajadoras.
Pues un solo día para celebrar a las madres, es de verdad una mentada (de madre).
¿Te sientes igual? ¿Qué te agota a ti de la maternidad?
Imagen via sean dreilinger/flickr