Las mujeres que sufren el maltrato de su pareja son muy criticadas por la sociedad e incluso juzgadas. Si bien es cierto que están envueltas en un ciclo de relación patológica y codependiente, no deberíamos señalarlas. Lo mejor es ayudarlas y comprenderlas, ya que muchas veces se sienten imposibilitadas emocionalmente para aceptar que la conducta de su pareja es maltrato. Ellas justifican todo, incluso culpándose a sí mismas por las reacciones violentas de su pareja.
Dicen que la soledad es muy mala consejera, al menos así le sucedió a la conocida empresaria puertorriqueña Maripily Rivera , quien confesó que vivió maltrato doméstico y por evitar la soledad fue tolerante. En esta vida eso nos puede pasar a todas. Así que aquí te cuento algunas formas de justificación que parten del autoengaño y el temor a la soledad. Además, eso lleva a muchas mujeres a convencerse y a querer convencer a otros de que a pesar del maltrato en el fondo hay un verdadero amor.
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Cuando te hablo de comprensión, me refiero al hecho de entender que las mujeres que toleran la violencia tienen heridas psicológicas muy profundas, con una probable historia de vida donde también hubo maltrato infantil y por lo tanto han desarrollado una idea equivocada del amor y el respeto. Lo mejor es recomendarles ayuda profesional o grupos de apoyo.
Es muy posible que normalicen el maltrato refiriéndose a ello como algo cotidiano que podría vivir cualquier pareja, ya que la justificación más común que escucharemos es que “todas las parejas tienen problemas”. Las señales de maltrato pueden ser muy evidentes o sutiles, sin embargo, no se deben justificar.
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Una justificación del maltrato puede ser por evitar la soledad.
No fue hasta que este tipo de violencia sufrida por ella llegó a los límites y atentaba contra su seguridad que decidió denunciar a su agresor y poner fin a tan terrible situación. Sin embargo, muchas mujeres no se atreven a hacerlo porque el miedo a estar solas y sentir un gran vacío las lleva incluso a correr peligro. Es admirable como esta mujer logró derrumbar las barreras de la dependencia emocional.
Todas las parejas pelean y tienen conflictos, eso les pasa a todos.
La mitad de esta justificación podría considerarse una realidad. Sin embargo, aunque todas las parejas pueden tener discusiones “sanas y desde el respeto” con la intención de llegar a acuerdos, el maltrato físico o psicológico lo hace diferente. Es que en medio de las peleas la comunicación puede ser agresiva, puede haber gritos, ofensas, descalificaciones, abuso psicológico y hasta físico. Cada pareja es diferente pero no hay que olvidar que lo que es maltrato y agresión siempre será eso.
Yo lo provoqué normalmente no es así, me agredió porque tuvo un mal día.
Muchas mujeres pueden pensar que los arranques incontrolables de ira de su pareja son producto de algo ajeno a su voluntad. Incluso ellas se culpan como el factor que detonó su rabia y por lo tanto el maltrato, quitándole toda capacidad de decisión consciente a su pareja. No están tomando en cuenta que es una relación entre adultos y que cada uno es responsable de las acciones sanas o insanas que tiene para consigo mismo y para con otros. Sin embargo, pudieron haber escuchado de pequeñas de sus propios padres frases como: "Es tu culpa, tu sacas lo peor de mi", lo que las lleva a desarrollar esta falsa creencia.
No es una mala persona, ha sufrido mucho en la vida.
Uno de los signos más claros en la mujer codependiente es la necesidad imperante que tiene de rescatar a su pareja, esto se combina con los frecuentes chantajes emocionales que éste le puede hacer, sobretodo cuando ve que ella está decidida a terminar la relación. La pareja se victimiza como si se convirtiera en un niño necesitado que le implora perdón. Le habla de lo mucho que ha sufrido en la vida (puede ser real), sin embargo, esto no justifica que se sienta con derecho de desquitar sus resentimientos con la pareja.
Todo lo que hace, lo hace por mi bien, quiere lo mejor para mí.
En este caso, este tipo de justificación implica lo contrario, es la mujer que se siente como una hija que debe ser regañada y castigada como una forma desvirtuada de protección. Este tipo de frases las pudo haber introyectado en la infancia, ya que son muy comunes en la educación tradicionalista, como cuando un padre o una madre le dicen a sus hijos que los golpean, castigan o gritan para que sean personas de bien. Incluso la frase “algún día me lo agradecerás, también entra en esto.
Casi nunca está de mal humor, solo es así cuando lo hacen enojar
La mujer decide contarse la historia de lo ocurrido de manera que la pueda acomodar en su interior como una acción razonable. Cambiar en su mente lo ocurrido viene de la percepción que mejor se acomoda a su necesidad de sentirse amada y por lo tanto no cabe ningún argumento que claramente le diga que es una mujer maltratada. Al interiorizar esta percepción se siente tranquila ya que le da el sentido que lo coloca como una persona iracunda pero no como un maltratador.
Es así porque yo lo desespero, mi carácter es muy complicado, no cualquiera me aguanta.
De nuevo tiene una falsa percepción sobre sus derechos como ser humano y como mujer. Esto significa que es muy probable que cuando decide exigir un buen trato o incluso cuando decide poner límites, su pareja la manipula de manera que ella puede sentir que está siendo muy demandante e incluso molesta cuando lo más probable es que sólo esté pidiendo lo justo para ella y para la relación. Esa frase puede provenir de otra creencia que tiene de que pedir lo que necesita está mal y que tiene que someterse o conformarse con lo que hay.
No puedo estar sin él, es el amor de mi vida.
Definitivamente el amor de tu vida no puede ser un maltratador, alguien que todos los días destruye tu salud mental e incluso física no puede ser verdaderamente amoroso. En este caso es importante que si te sucede o ves que le ocurre a alguien muy querido le sugieras que busque ayuda de un profesional que la guíe de forma adecuada para que pueda comprender lo que significa el verdadero amor, el cual siempre debe ser profesado desde el respeto.
Todo lo bueno que él es conmigo, le gana a lo malo que es a veces.
Desde una postura supuestamente racional las mujeres maltratadas que intentan aplicar el ejercicio de poner todo en una balanza siempre le darán más peso a lo que consideran que obtienen como lo mejor de la relación. Puede ser porque están muy enamoradas, por seguridad económica, por sensación de incapacidad e incluso por que el más mínimo detalle de amor que tenga su pareja lo engrandecen sobredimensionando por falta de sentido de merecimiento.
Nunca voy a encontrar a nadie que me ame tanto como él, aunque a veces me maltrate.
En este tipo de justificación encontramos una terrible paradoja amor-odio. La mujer maltratada está consciente de las formas desvirtuadas de amor, aunque sus sentimientos de inferioridad son tan grandes que considera que nunca tendrá la oportunidad de sentirse amada. Eso hace que desacredite los maltratos quitándoles validez o considerándolo parte del repertorio de las muestras de amor.
Quién me va a querer con todo y mis hijos, no puedo separarme por el bien de mi familia.
Es una justificación provocada por el temor y la sensación incapacitante que le produce el peso social de ser madre soltera. Además, existen posibles sentimientos de culpa que no le permiten ver que la toxicidad de la relación y de la que son testigos sus hijos, puede ser muy dañina para su futuro, ya que los niños están formando un concepto de amor totalmente tergiversado, además de que es muy probable que vivan estresados y en un estado permanente de alerta ante las agresiones que observan.
Quien va a querer estar conmigo a estas alturas de mi vida.
Además de ser una justificación fundamentada en el miedo a la soledad, también es un autoengaño relacionado con un aparente estigma social basado en un prejuicio aprendido. No es un tema de vivir acompañada o no, es un tema de vivir plena, feliz, pero sobretodo segura y protegida. Poner como argumento una etapa avanzada de la vida es lo que le permite estar en la relación de una forma aparentemente razonable. Prefiere estar mal acompañada que sola y a veces es por prejuicio.
Mis hijos lo adoran, no me lo perdonarían.
Otra justificación que se basa en la familia tiene que ver con el hecho de no querer quebrantar la relación entre él y sus hijos. Ante esta situación es posible que se hayan establecido bandos en casa y que los hijos estén del lado de uno o de otro, involucrándose con opiniones o puntos de vista. Es así, que el establecimiento de alianzas forma parte de la manipulación del victimario, quien argumenta y justifica ante sus hijos las acciones de maltrato que tiene con la madre.
Ya nos separamos y lo extrañé mucho, sentí que me moría y no quiero pasar por lo mismo.
Es posible que la mujer maltratada haya vivido una especie de síndrome de abstinencia como ocurre en las adicciones. En este caso estaríamos hablando de una adicción a la pareja. Las sensaciones de desintoxicación emocional durante la separación pudieron haber sido de vacío, miedo y soledad, de manera que al no quiere vivir esa etapa pasajera decide volver a la situación de maltrato como si fuera algo adictivo a pesar del daño que le provoca.
Sola no voy a poder, él se hace cargo de todos los gastos de la casa, al menos es buen proveedor.
El quedarse en una relación por sentir que la familia está provista económicamente, no significa que sea por interés. En realidad es parte del autoengaño psicológico ya que la mujer que sufre maltrato puede sentir el amor de su pareja a través de la forma en cómo cubre y se preocupa por las necesidades básicas de la familia. Es la única forma en la que siente que su pareja le demuestra amor y es por ello por lo que se convierte en una justificación que la mantiene atada a una esperanza de ser querida.
La violencia doméstica tiene efectos devastadores en los hijos de las víctimas.
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