7 Señales de que estás actuando como si fueras la mamá y no la esposa de tu pareja

Esa frase con la que muchas mujeres bromean diciendo que en lugar de dos hijos tienen tres (refiriéndose a su pareja), es más real de lo que te imaginas. Suena gracioso, pero la relación de pareja puede verse sumamente afectada si no mantienen establecidos ciertos límites. Y aunque a muchos hombres les gusta hacerse los niños pequeños, la energía de la relación puede distorsionarse y por lo tanto correr ciertos riesgos innecesarios. Es por ello que si de repente te descubres teniendo estas conductas que te comparto, te sugiero que pares de inmediato y que jamás olvides que son compañeros de vida y que, por el bien de la relación, no debes soltar tu rol de mujer por el de mamá. 

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Aunque no lo haces conscientemente y mucho menos a propósito, haces todo para que dependa de ti por un posible miedo al abandono. Desde tomar el control de sus decisiones, hasta sobreprotegerlo como a un niño incapaz a quien le das el mensaje oculto de "me necesitas".

El problema es que para un hombre no es nada atractiva ni deseable, una mujer que parece su madre y mucho menos para ti resultaría atractivo un niñito sin criterio. Así que todo puede culminar en una confusión emocional  con consecuencias principalmente en la intimidad.

Olvídate de preguntarle si no se le olvidan las llaves o la cartera. ¡Es un adulto!

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Si tu esposo es olvidadizo o descuidado con sus cosas o con su salud, no significa que tú estés ahí para recordárselo. Es posible que él se acostumbre al hecho de que tú estás al pendiente de sus distracciones y por lo tanto fomentas el hecho de que no ponga atención.

Tus sugerencias son órdenes así que deja de reprocharle cuando decide seguir su propio criterio.

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Decirle “te lo dije” cuando algo no salió como esperabas o frases como “si las cosas no salen bien, después no vengas aquí a llorar” no fomentan una relación saludable. Considera que es un adulto capaz de asumir cualquier mala decisión.

Lo tratas como si se fuera a romper siendo excesivamente cariñosa y sobreprotectora.

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Eres excesivamente atenta con sus necesidades, lo tratas como un príncipe y lo cuidas hasta del aire que le puede dar. Lo conscientes demasiado e incluso a veces puedes hablarle con un tono especial de voz, haciéndolo pasar por un bebé o por un niño pequeño.

Le resuelves absolutamente todo para que se sienta cómodo, al grado de dejarte a ti misma al final.

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Desde el hecho de acomodar tus horarios en función de los suyos, el elegirle la ropa que se va a poner o resolver su vida económica, son acciones que dicen que tu vida gira en torno a él y por lo tanto no es un trabajo en equipo. Han dejado de ser compañeros porque tu te has convertido en su rescatadora.

Tu tono de voz es de regaño todo el tiempo.

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Si tu misma te escucharas te caerías muy mal. Debes conectarte con la realidad y cada que te descubras usando tonos de voz de mamá, recuerda que estás conversando con un adulto. Evita sermones e imagina que estas hablando con un amigo. De esta forma te podrás controlar.

Lo criticas por todo, desde como se viste, como camina, como habla.

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Es como si quisieras educarlo, incluso en ocasiones todo lo que hace te molesta. Pareces la madre de un adolescente que critica sus gustos y que no le permite formar identidad. Si quieres que tu pareja te resulte atractivo, no le robes seguridad con esta actitud.

Utilizas frases como: “no tienes mi permiso” en lugar de “no estoy de acuerdo”.

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Aunque te parezca inofensivo, este tipo de frases van de la mano con un lenguaje corporal muy claro. Sólo obsérvate; si estás hablando con un adulto, definitivamente jamás le dirías:” no tienes mi permiso” y mucho menos lo apuntarías con el dedo de forma muy acusatoria.