Qué triste es que la armonía y los lazos familiares se rompan. A veces por ambición, a veces por rivalidades o simplemente por orgullos malsanos. Y es que cuando permitimos que ciertas actitudes tóxicas predominen y rompan el amor de una familia, puede significar un lamentable punto de donde no hay retorno.
Hemos escuchado muchos casos de personas famosas y exitosas que han atravesado por rupturas familiares que, a pesar de tener una posible solución, permiten que predomine su rencor. Es por ello que siempre debemos tener cuidado ante estos siete venenos que pueden lastimar a cualquier familia.
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Aunque en ocasiones por salud mental y emocional no queda más remedio que cortar los vínculos familiares, es importante intentarlo y reparar a tiempo cualquier daño al que estemos contribuyendo. Si tu eres consciente de las cosas que pueden destruirte y por ende dañar a tu familia, es importante la decisión de evitarlo.
En una familia, "todos" pasiva o activamente, son responsables de los conflictos que se generan, no hay víctimas ni victimarios. Si te haces cargo de la parte que te toca, habrás hecho lo correcto y puedes quedarte tranquila. Aunque para ello debes aceptar si estás cayendo en alguno de estos errores que acá te comparto, y sobre todo hacer algo al respecto.
Cuando se excluye emocional o físicamente a algún miembro de la familia por ser la oveja negra.
Las rivalidades, y por ende las alianzas, pueden causar exclusión de algún miembro. Es algo así como una especie de exilio emocional como castigo por no seguir los pensamientos esperados por el resto de la familia. Se consideran las ovejas negras y son anuladas.
Consejo: Evita excluir, acepta las virtudes y defectos de tu familia, de todos puedes aprender.
Aleja de ti la soberbia y reconoce las virtudes de aquellos con quienes tienes conflictos. Aunque no estén de acuerdo, observa a quién consideras un enemigo porque puede ser tu mejor maestro. Baja la guardia y no saques de tu corazón a alguien sólo porque no piensa igual que tú.
Cuando predominan los chismes y las intrigas que generan bandos y alianzas tóxicas.
Como familia, puede que no siempre estén de acuerdo en todo. Sin embargo, hablar a espaldas los unos de los otros solamente incrementa el conflicto. Es mejor resolverlo cara a cara y planteando soluciones respetuosas tomando en cuenta todas las opiniones.
No le prestes oídos a los chismes y cuando estés en desacuerdo, comunícate asertivamente.
Comunicar asertivamente es compartir lo que sientes, crees o piensas de la forma adecuada, en el momento correcto y sobre todo “a la persona indicada”. Habla de frente, expresa tus razones o necesidades y más allá de pelear, busca acuerdos y soluciones.
Cuando hay violencia familiar también sufre la autoestima de los hijos.
La violencia física y emocional constante provoca daños a corto y a largo plazo. Cuando te digo a largo plazo, me refiero a que los efectos son manifestados incluso en las siguientes generaciones.
Busca ayuda profesional, no estás sola, hazlo por ti, pero también por tus hijos.
Las relaciones donde hay violencia pueden ser generadoras de muchos trastornos a corto y a largo plazo. Tus hijos pueden verse muy afectados y esto tendría implicaciones en su vida futura. Si quieres romper la cadena del maltrato busca ayuda.
Cuando algún miembro de la familia tiene alguna adicción y predomina el silencio emocional.
Con tal de no perturbar, hacer enojar o molestar al miembro que sufre la adicción, los demás integrantes del núcleo familiar pueden guardar sus emociones para evitar el conflicto. Tanto estrés acumulado a la larga provoca odios y resentimientos.
Acepta la adicción que hay dentro de tu familia y acudan a un grupo de apoyo.
Para lidiar con problemas de adicciones puede recurrir a centros especializados o a grupos como AA para que puedan orientarle. Es muy importante que estés bien informada para que tu ayuda y apoyo sean totalmente funcionales para ti y tu familia.
El vacío de la soledad como consecuencia de la falta de atención y la falta de compañía o apoyo.
Muchos hijos o inclusive la pareja, pueden experimentar un sentimiento de vacío profundo debido a la carencia de atención necesaria para mantener los vínculos fortalecidos. La solidaridad y el apoyo son indispensables para una familia saludable.
Enfocarse en un solo aspecto hace que crezca, pon atención a tu relación de pareja y a tus hijos.
Si sabes que se están distanciando, toma la iniciativa y haz algo para fortalecer los lazos. Puedes planear u organizar paseos, juegos de mesa, estar pendiente de lo que tus hijos necesitan y revivir tu relación de pareja. No dejes que la indiferencia los consuma.
La ambición e intereses económicos llena a las familias de traición y egoísmo.
El problema no es el dinero ni la prosperidad de una familia, el problema es cuando algunos miembros son tan ambiciosos que solo se preocupan por las metas personales.
Enseña a tus hijos a compartir y fomenta la cooperación en la familia.
Esto ayudará a que no desarrollen una personalidad individualista. Si guías a tus hijos a la colaboración en casa, al trabajo en equipo y a la empatía, verás como lo practicarán toda su vida. Son hábitos que tienen que llevar a cabo constantemente para que perduren.
Cuando uno de los hijos toma el control y el poder sobre las decisiones de la familia ocupando el lugar de alguno de los padres.
En las familias puede existir la desigualdad. Si los padres, o la cabeza de familia deciden renunciar al rol para pasarlo a alguno de sus hijos, corre el peligro de que éste tome malas decisiones. A veces basadas en intereses propios o a veces tomadas con falta de experiencia e inmadurez.
No permitas que ninguno de tus hijos asuma un rol que no le corresponde.
A veces por soledad o por inseguridad, muchos padres o madres asignan responsabilidades emocionales a sus hijos y que no les corresponden. Por ejemplo, un padre que viaja constantemente puede decirle al hijo mayor "ahora tu eres el hombre de la casa".
Cuando hay una enfermedad que sobrellevar en la familia.
Si algún miembro de la familia padece una enfermedad crónica se puede generar estrés y tensión excesiva, lo que coloca a la unión familiar en un estado vulnerable.
No permitas que el estrés ante la enfermedad los agobie, no renuncien a luchar y aprendan de la experiencia.
Existen dos caminos ante las adversidades, la conmiseración o la lucha por salir adelante y sanar. Luchar contra una enfermedad requiere que sean un equipo y que independientemente de las tensiones que puedan surgir, no se den por vencidos y se mantengan unidos.
Cuando existe rivalidad entre los hermanos y los padres la fomentan.
Muchas veces los celos por la atención y el reconocimiento de los padres predominan hasta la edad adulta, convirtiéndose en una competencia que puede ser fomentada por las comparaciones conscientes o inconscientes de los padres.
Evita comentarios que pongan a competir a tus hijos, aunque no sea tu intención.
Obsérvate, se cuidadosa con los favoritismos. Si te identificas más con alguno de tus hijos, evita comentarios como “tu hermano no me da estos problemas” o “tu hermano nunca fue como tú”. Esto es terrible porque los estarías comparando y de aquí partiría el rencor y la rivalidad.
Cuando las costumbres familiares y los prejuicios impiden la aceptación incondicional .
Cuando algunos miembros de la familia van en contra de las tradiciones familiares, pueden ser rechazados y juzgados, esto impide que sean auténticos y se sientan aprisionados en una cárcel de expectativas que tienen que cumplir.
Aprende a escuchar a tus hijos y a tu pareja antes de juzgar.
Quizá desapruebes algunas conductas y otras te den miedo, o quizá hayas crecido educada bajo ciertos prejuicios sociales o familiares. No se los transmitas a tus hijos, deja que sean auténticos y permítetelo tú también.