No te lo esperabas, pensabas que este amor era intocable. Sin embargo, cuando te descubres en medio de un triángulo amoroso y te traicionan, es inevitable que la desilusión y el rencor te ataquen como dos puñales que atraviesan tu corazón. Tomaste una decisión y lo perdonaste, al menos, en ese momento estabas muy segura de que podías superarlo. Sin embargo, con el paso del tiempo te has dado cuenta que tus inseguridades crecen, que no puedes controlar tus pensamientos y que los celos y el resentimiento se apoderan de ti. Tranquila, todo pasa; por eso te comparto algunas de las señales que te dirán que quizá no lo has perdonado y unos consejos que te pueden ayudar a procesarlo mejor.
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Hay muchas causas por las que decides perdonar, y no importa cuál sea, lo importante es que estés dispuesta a pasar por el proceso y el tiempo que te tomará asimilarlo. Que sepas que perdonar implica una responsabilidad sobre tu estabilidad y que te preguntes si estás dispuesta a pagar el precio. Perdonar una infidelidad es difícil, pero nadie te obliga a hacerlo.
Es horrible cuando tienes momentos de intranquilidad en los que piensas que podría ocurrir de nuevo, y peor aún cuando te culpas por lo sucedido. No es fácil, soltar no es fácil. Y si tomaste la decisión de continuar, lo mejor es que perdones de corazón y dejes de hacerte tanto daño.
Buscas información de la tercera en discordia hasta por debajo de las piedras y no dejas de culparla.
Intentas quitarle responsabilidad a tu pareja. Tiendes a pensar cosas como: “se le metió por los ojos, ella lo engatusó, ella lo embrujó”. Evitas el dolor que te provoca aceptar que tu pareja también decidió hacerlo.
Si vas a dar una segunda oportunidad, tienes que olvidar a los fantasmas que empañan la relación.
Tu pareja no es ningún zombie y también toma decisiones. Si bien es cierto que te dolerá otorgarle la responsabilidad que le toca, también es cierto que esto es lo que los ayudará a tomar esta crisis como una oportunidad para rescatar la relación.
Decides ser revanchista y para hacerlo justo, aplicas aquello de ojo por ojo, diente por diente.
Dentro de un genuino perdón, no cabe la revancha. De hecho, esto puede empeorar las cosas, en el fondo quieres que él sienta lo mismo que tu y decides ser infiel. Inconscientemente puede que hagas todo lo posible para que él se entere.
Piénsalo dos veces, un cuerno por otro cuerno puede convertirse en un juego sin fin.
Supongamos que logras que él sienta lo mismo que tu sentiste. ¿Qué ganas con ello? ¿Un instante de dulce venganza? Mejor no lo perdones y prueba otras experiencias, mejor date la oportunidad de vivir un nuevo romance, pero no por desquite.
Te torturas pensando si todo lo que hace contigo, también lo hacía con la mujer con la que te engañó.
Te comparas todo el tiempo con ella, le preguntas detalles de la relación que tuvo y además sientes que no tienes un lugar especial en su vida. Le mencionas todo el tiempo frases como: “Seguro aquí venías con ella, o seguro así la besabas a ella”.
En este caso necesitan ayuda profesional a través de una terapia de pareja.
No te sientes exclusiva y por lo tanto dudas que su afecto sea genuino y único hacia ti. Esto es algo que pisotea de sobremanera tu autoestima y es por ello que necesitan orientación de un experto en parejas para que puedas retomar la confianza poco a poco.
Se esmera en recuperar tu confianza, pero tu no crees en su esfuerzo.
Si tu pareja está haciendo todo lo posible por que vuelvas a confiar en él, e incluso te da pruebas de confianza, quizá lo haga porque te valora como pareja. Pero si tú te sigues enfocando en el engaño, no quieres rescatar sino solo reclamar.
Recupera tu confianza y deja de recordarle lo sucedido usándolo como chantaje emocional.
No conviertas tu relación en un juego de victimas y victimarios. Te reitero, perdonar una infidelidad es difícil, pero nadie te obligó a hacerlo. Trabaja sobre tu autoestima, aprende a valorarte y date la oportunidad de renovarte a través de esta crisis que pasaron.
Sientes que lo amas, pero cuando lo tienes cerca sientes que lo odias.
Estas permanentemente enojada con él y, a pesar de que lo amas, pareciera ser que no soportas su presencia ni su respiración. A veces lo extrañas, pero cuando está cerca de ti lo llenas de reclamos o te portas irónica y buscas lastimarlo con comentarios lascivos.
Vive tu proceso y si necesitas un tiempo para asimilar, tómalo y recupérate por separado.
Quizá la decisión de perdonarlo fue precipitada y nunca te diste la oportunidad de pasar por las fases del duelo. Estar enojada es natural, sin embargo, hay formas mucho más saludables de procesarlo. Mejor toma un tiempo de distancia para que no se sigan lastimando.
Revisas su teléfono móvil cada que puedes porque tu objetivo es descubrirlo en algo.
Si vas a desarrollar una especie de obsesión por descubrirlo en algo, mejor no le des una segunda oportunidad. Si vas a soltar el pasado, hazlo con seguridad. No te conviertas en un detective privado que busca con lupa cualquier cosa para sentir desconfianza.
No te faltes al respeto a ti misma revisando su teléfono, evítate la tentación de vigilarlo.
Revisar el teléfono de tu pareja puede convertirse en un muy mal hábito que sólo fomenta más y más resentimiento. Si de verdad quieres que la segunda oportunidad funcione, lo mejor es que tú misma te pongas freno ante la tentación de mirarlo.
Le llamas en cada momento con la intención de saber en dónde y con quien está.
Le marcas con cualquier pretexto y tratas de escuchar los ruidos que percibes a su alrededor. Vives con desconfianza y no le crees cuando te dice que está en algún sitio. La mayoría del tiempo piensas que la sigue viendo y te torturas con este pensamiento.
Nada mejor que una terapia ocupacional, es mejor que te obsesiones con un hobby o proyecto personal.
No permitas que tu mente esté llena de pensamientos tortuosos y venenosos, no permitas que ésta mala experiencia protagonice tu vida. Tu también tienes sueños y metas personales, mejor ocupa tu mente en desarrollar tus proyectos.
Lo llenas de preguntas cada que llega a casa y las disfrazas de una conversación casual.
Es evidente que lo estás interrogando, y por más que enmascares tu interrogatorio, te encargas de buscar respuestas para estar más tranquila y saber que no te mintió. En realidad, quieres encontrar el más mínimo error en sus respuestas para seguir desconfiando.
Cuando estés apunto del interrogatorio, platícale algo interesante de tu día.
Lo mejor es que pongas los reflectores en temas constructivos y que favorezcan tu decisión de continuar con la relación. Concéntrate en ti y en compartirle tu día.
Tienes fantasías donde los imaginas juntos y quizá burlándose de ti.
Este tipo de pensamientos solamente incrementan tu rabia y tu dolor. ¿De que te sirve fantasear sobre lo ocurrido? Y peor aún, de que te sirve sentir que fuiste objeto de burla. Es una forma muy terrible de lastimarte a ti misma y tú menos que nadie se lo merece.
No te des cuerda, fantasear con esto es como tomar veneno y esperar que le haga efecto a otro
Tu tienes la capacidad de frenar estos pensamientos. Date cuenta que no puedes vivir las consecuencias de una decisión que no fue tuya. Si quieres perdonar, respira profundo y comprométete contigo misma a no lastimarte de ésta forma.
Te metes a las redes sociales de la tercera en discordia.
Parece que este tema se ha convertido en el tema central de tu vida. Juegas el juego de policías y ladrones revisando sus redes, o viendo si está en línea a través del whats app y si coincide cuando él está en linea para imaginar que chatean todavía.
Si ya decidiste continuar, es necesario que te liberes y sueltes.
Puedes convertirte en la mejor detective privada y volverte una experta en atar cabos, pero entonces ¿para qué decidiste continuar? Si desconfías y no sueltas, lo único que lograrás es convertir tu vida en un infierno y la vida de pareja en un purgatorio.